sábado, 10 de noviembre de 2007

El Quique de las Maravillas.

"Quique" Martínez
El Quique es un tipo simpatiquísimo. Diablillo de niño.Diablo en juventud.Con ángel, que el diablo lo es por pícaro y sagaz, príncipe de la luz…Lucifer de los encantos futbolísticos.
Capaz de las máximas travesuras admisibles tras desoír la centésima admonición y su propio juramento del nunca más, el eterno reincidente jamás elude el descubrimiento de su hazaña. El modus operandi de la astucia festiva lo delata.¡Esta es otra del Quique! La obra perfecta no se concibe sin derechos autorales que dejen pistas a la ñata del sabueso.
Goza con que se alabe su identidad que regala en gratuidad ese generoso corazón de un alma sin maldad. Es un niño adulto. Jugó al fútbol por años sin cobrar, por lo menos en la primaria juventud. Por divertirse nomás junto a sus amigos de Juventud Soriano, el cuadrito de la capilla, fundado en 1950. Misa y canchita.Tamboriles a la noche y vino blanco con vivos verdes sin la hostia del altar de San Juan por la calle Ituzaingó. Lonjas bravas del Juven en el carnaval del sur mercedario de las cimbreantes las acaloradas y eléctricas vedettes que vio la ciudad por vez primera en sus anales festivaleros, entre asombros y juicios apresurados.
Quique en el mundillo del futbol chaná es el más querido.Acróbata y prestidigitador de la jugada inverosímil en el pacto más sagrado que hayamos visto entre un empeine, una nuca y un balón que se duerme perezoso en el nido cervical del arlequín. Experto en el salvataje de partidos aburridos pues posee todos los antídotos contra los excesos de seriedad y las mediocridades que generan los “pataduras”. No conozco qué oculto secreto bendice su espíritu de sempiterno querubín cuando hace desfilar sus galas circenses, pasaporte para ingresar cariños y recibir afectos – que le son como factor motivacional absolutamente imprescindibles- ofrendando devoluciones futbolísticas mediante el infinito don de las serpentinas de sus destrezas diferentes.
Le descubre el extraño enseguida por iluminadas excentricidades imposibles al común. La democracia del fútbol de las casacas iguales no pueden ser tan igualitaria sin que la aristocracia del talento reclame legítima precedencia, exponiendo el plumífero vedettismo masculino de una estrella principal. Así es, sin dudas, Quique de Juventud, del Bristol, Rodó y Tulipán. El viejo Litoral -ya moribundo por desnorteadas reestructuras de dirigentes extraviados- también la Copa OFI, extrajeron su fama del mini contorno del circuito urbano y pudo desparramar placeres entre todos los públicos.No le llegó, mereciéndola, la citación del Entrenador Nacional Juan Auntchain, pese al plebiscito exótico de las firmas que Jenny por miles recogió. El Dr.Moller, su coterráneo, y gerente de la selección triste de la triste eliminatoria para el Mundial francés, gritó encocorado: -¿Dónde se ha visto seleccionar por referendum?. (Pero ¿antes que seleccionar por la meritocracia del zoquete?.…) La negativa lo demolió cuando estaba en su mejor momento .Luego no pudo rescatar aquel nivel de tan sublime excelencia…
Se fue a China con sus magias blancas…a Costa Rica …a Cuzco con el Cienciano…cotizando actuaciones. Siempre extrañó y siempre volvió por los pagos de la capilla. Esa transhumancia debe haberlo agobiado de nostalgias humeñas y por ahí algo perdió, que ya no es el de antes, primera figura de los aplausos populares y sonrisas de los niños. Ahora anda por la pequeña Rodó, probando su otoño, que el invierno del adiós definitivo lo hará, seguramente, en Mercedes y en esta temporada.
Sin embargo…¡Lucifer!¡Lucifer!...no te lo lleves ni a él ni a sus pioneros zapatos blancos de la coquetería deportiva, ni al turbante de árabe de aquellos partidos achicharrantes en el estío de los mediodías futboleros del “Koster”, ni su cabeza rapada con la firma ínsula de Jenny…la novia tolerante, ya señora y madre. En todo caso, permítele que descargue la brillantina de sus actings en la cátedra actual de profesor de Ping Pong en la Intendencia comunal.

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