sábado, 4 de abril de 2009

El Elegido de la Victoria de Samotracia y su tutor Pittamiglio.

Cuando la caravana de la Vuelta Ciclista del Uruguay pedaleaba su recorrido inaugural por la Rambla montevideana a la altura de 21 de Setiembre rumbo al Interior de mis paisanos, la Victoria de Samotracia monitoreaba su femenino deseo elector a favor de algún rutero predilecto: Perfil griego y fina musculatura que apenas contiene las afeitadas pieles protectoras de los anatómicos territorios de fémures, tibias y peronés. Es que así son las cuestiones de tipologías deportólogas para la especificidad del sacrificado ritmo que cultivaron los relevantes e históricos Noli, François, Leonel, Tiscornia, Federico, Milton y el enorme Vasco Etchebarne, entre otros grandes campeones, paladines de sangre superior.

Para el elegido de la diosa ¡será el laurel!
Empotrada Vicky en su insólito Castillo ribereño, le queda el consuelo de la adivinanza misteriosa, sublimación de oníricas añoranzas de quilla marinera, aromatizada con las cercanas brisas platenses, apenas escuchando el lejano ulular de las sirenas mercantes y del último magno Crucero turístico que navega la rada portuaria. El problema será develar la premonición para tener la información predictiva mucho antes que la trouppe de ciclistas arribe nuevamente a la capital uruguaya, cobertura definitiva del ciclo de mil quinientos kilómetros de rodar durante la sacra semana de los cristianos.
Todo el ocultismo de la alada y pagana Diké de la Samotracia helénica, parecía ajustar aprestamientos de oráculo en el dique seco que le construyó el Arq.Pittamiglio al acriollarla con forceps en la punta de Trouville. Enseguida fue propietaria de cierta fama de gran guiñol entre los folclóricos mitos que ingenuos montevideanos generaron y perpetuaron en torno a la construcción, un insólito inmueble de fisonomía castellana, casi furtivo por conservadas reminiscencias medioevales, interpolado entre torres de modernas arquitecturas,similar la confusión a los edificios escoltas en mi Mercedes que perturban la coherencia paisajística de la catedralicia Nuestra Señora de Cataluña.

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