viernes, 4 de enero de 2019

Argentina tirita; Brasil desenvaina…y ¿nosotros?¿Nos quedarnos en pordioseros amanuenses?

Soplan fuertes las cercanas señales del resfrío de nuestra región. Argentina tirita en este verano otoñal; Brasil pese a su trópico siente escalofríos. ¡Uruguay! Peor todavía. ¡No sabe ni lo que siente!, arrugadito.
 Cuestión de incentivar las meditaciones y buscar iniciales  tendencias y trayectorias del fenómeno continental,  procuraremos seguir trillos orientadores que para el asunto recorrieron oportunamente, entre visiones comunes y otras no tanto, los intelectuales nacionales Luis Alberto de Herrera y Alberto Mehol Ferré. Sin entrar en rigideces estancas, en Herrera  se aprecia  privilegiante y pragmático el cautivo amor hacia el “pago chico”, el de la nacencia. Methol, en tanto, en su lontananza, aprecia afanosos cariños por la  “patria grande” regional.
Tenemos  la persuasión que, si la Geopolitica y la Geoestrategia  hunden sus raíces en el pasado,  es necesario visualizar este  presente confuso como objetivo para proyectarnos teleológicamente hacia futuros deseables. El inhóspito escenario testimonia movidas peripecias, trayectorias temporales  dentro de ese  “lugar en el mundo” que le tocó al Uruguay como primer grado existencial de su natalicio procurando su desarrollo en medio de inciertos devenires.
Nos afiliamos al aforismo del  “Historia es Hoy” para catalogar  los hechos y relatos pretéritos, siempre y cuando  creen consecuencias contemporáneas. De no reunirse estos dos extremos –pasado y presente- estaríamos muy lánguidos en una museística amarillenta.
Hay que explorar epidérmicamente “El Uruguay que queremos” mediante andamios geopolíticos y geoestratégicos para una temática, no obstante, holística y multidisciplinar aguardando otros y precisos momentos de  mayor eclosión investigativa.
En el imago personal debemos considerar al Mercosur en las visiones de dos intelectuales de primera que nos dio el país: Luis Alberto de Herrera (1873-1959) y Alberto Methol Ferré (1929-2009).
El Mercosur nació en términos de diplomacia con el
Tratado de Asunción en marzo de 1991 dentro de grandes expectativas integracionistas, de crecimiento y desarrollo,  entre sus firmantes originales de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, luego sumada Venezuela . A poco  de  estar superando su primer cuarto de siglo calendario, crecen las aprensiones sobre sus esperanzas germinales, viviendo todos y cada uno de sus integrantes  los advientos de una crisis que cuestiona y duele. La nerviosa ponderación hace mirar necesariamente sobre nuevos emprendimientos más funcionales,   si no del todo sucedáneos, por lo menos abiertos a otras estrategias  extras contractuales  al comprometido pacto de Unión Aduanera Incompleta, firmado en una  de las siempre cálidas jornadas asunceñas de la Guarania en  año capicúa de fines del siglo anterior.

Nuestro dos próceres mencionados se diferencian en que uno, Herrera, murió en 1959, y Methol Ferré en 2009. El Tratado de Asunción es de 1991. A Herrera -creo que agostando la  vasta prosapia de su ágil intelecto y calidades cognitivas-  se le modera en su obituario a ser un gravitante caudillo político, práctico y lugareño, y no tanto un  formidable  intelectual, que sí lo era. Su amplísima y heterogénea bibliografía  da inexcusables anuncios de probanzas, con ribetes de la alta profundidad de sus logros, facultad neuronal de los sabios de interpretar firmes aproximaciones hipotéticas a la esquiva realidad, aun sin “convivirla” presencialmente por diacronías. Methol correría, al  hacer las exégesis o las críticas cuestionadoras  del Mercosur,  mejor situado por ser de los acontecimientos, actor paralelo en las   metamorfosis geopolíticas, vivencias que  no tuvo su amigo, fallecido  muy antes del comienzo del Tratado.
 Los países fundacionales sienten los remesones de una virtual crisis tremolante de vientos que soplan desde el  cuadrante negativo. Nos interesa la llegada de las primeras ráfagas, aproximándose  por barlovento, en el cercano horizonte nacional del Uruguay en tanto integrante del Mercosur. Frente al reto, danzan las respuestas, diría  Arnold Toynbee.
La Integración no está en su mejor momento, por no utilizar  dardos  semióticos de mayor pesimismo. Un cúmulo de inconvenientes  explican las zozobras y podrían llamarse  trabas comerciales, inseguridades jurídicas y ciertos tumores por  penetraciones adventicias de talantes  ideológicos trastocados. Amén de la situación internacional de cierta retracción en la economía mundial.  Nuestras exportaciones se reducen mes a mes;  fábricas se van del país y  cae el pingo del escudo nacional  por los desdenes del ruedo ajeno. lntentamos cambiar, mediante  petición de  una volada  en Brasil, con idéntico porrazo. Ni los “hermanos” del oeste, ni los del norte,  fueron solícitos: la política no es cuestión de amigos  sino de intereses predominantemente  arropados en  propias necesidades nacionales. La trenza fue bípeda entre los dos grandes,  y los pequeños  países deberán reconsiderar con urgencia  la visión estratégica de Herrera  y no tanto, suponemos, la de Methol. El mundo es ancho y ajeno. No obstante,  los chicos se aprestan a reflexionar mediante la instrumentación práctica de un nacionalismo inclusive de contemplaciones hacia el  liberalismo  abierto. Disonancias  en acecho repicarán aprensiones  con  nuestros vecinos mayores, extrayéndose partido a nuestra vulnerable marginalidad: Deberemos, entonces,  promover mediante  fuerzas materiales y espirituales, intersticios mundiales  con energías propias. Que las hay, si bien sagaz  y cautamente las  proveamos, aunque notificando que  no es sólo el Mercosur el causante de los problemas paisanos.
Añoramos un Uruguay total -con legitimidad soberana de múltiples voceros -actuando con muy decente e inteligente cuota áurea de responsabilidad. También una Oposición  con líderes y políticos preparados, prestos a solventar   buenas proposiciones al Gobierno en lo que  sea viable y merecedor  al  interés magno de la nación. Lo demás, minoritario, insistía Herrera, igual se soslaya …” ¡que se lo lleven todo….menos la paz de la República!”
Sin embargo es difícil la parada. Casi 7o mil millones de deuda pública en dólares nos aprietan  con compromisos que afectarán hasta  la generación  del 2050.Pérdidas importantes del patrimonio en rojo  de las monopólicas empresas públicas, como ANCAP, sin soluciones inmediatas al punto que este año el déficit aumentará en  millones de U$S. Decaesencia dolorosa de la educación, mala atención de la salud, carencia de viviendas, inseguridad ciudadana con el delito reinando en las calles y carreteras, baja natalidad y envejecimiento poblacional, polución de las aguas. Estado paquidérmico movilizado en un bazar dominado por corporativos, que  clama a gritos mansos una Reforma impensable y por ende impracticable, y otros etcéteras a la humana calidad de los habitantes y ciudadanos.A-n-o-m-i-a  en la actitud de  las relaciones  entre jerarcas y operarios.
La fuerte ideologización de grupos de presión, entorpecen algunos intentos de abrirnos al mundo y encontrar nichos,  ya no fúnebres, sino de vida a nuestra producción, sangre nutricia del pueblo. Parece como que se clamara, como sofística virtud, esa sandez de soberbios penitentes  erráticos. Nos  enfermamos  en los encierros y no vemos con lucidez  ni francas audacias que, allí, están nuestras porteras abiertas.
El Mercosur es una forma de Unidad Aduanera  o Mercado Común Imperfecto pues, no solo se mantienen ciertas restricciones proteccionistas  al comercio, sino aquellas  que dificultan el movimiento de la fuerza del trabajo y del capital vulnerabilizadas, dicen, sólo precariamente. Pero caen y caen los almanaques. Para complicar su inacción efectiva y de especificidad, se le han incorporada como éscaras, otros atributos de tono no aduaneros, sino legislativos parlamentarios. No se puede con Caperucita  y se llevan también a la abuela. Y no parirá nada, la geronte dama, salvo pingües  gastos de manutención.
Para destacar entre las perturbaciones, las rugientes Asimetrías. Son factores que operando su naturaleza especifica  en los Estados Parte del Mercosur con grados e intensidades diferentes, pueden constituirse en  elementos de bloqueo  o de retención  del auténtico proceso de integración. Las más significativas son las Políticas Cambiarias que se adopten unilateralmente por los países. Tal instrumentación, por ejemplo, hace subir el precio de las mercaderías de un país en el otro cuando un empresario nacional, valga el caso,  se disponga a comprarlas, cuestión  que sin duda repensará a la luz  de la nueva y perjudicial situación.
Con la Política Fiscal ocurre algo similar, traducible a esa recia forma de recaudación que tienen los gobiernos, vía impuestos, precios, deuda pública, detracciones (impuestos al comercio exterior) o aranceles (al comercio  de importación), estimulando o desestimulando  artificialmente  bienes, algunos a favor o en desmedro  de otros según sea, para luego entrar en caos  incontrolables por  sus efectos demostración ó colaterales de variadas enjundias.
Las Políticas Sectoriales y Sociales – aumento o disminución de salarios- también se suman a la carga de  desvaríos que afectan al Mercosur y a la producción. Es fama que ciertas naciones o empresas supranacionales,  han inundado los mercados con muy favorables ventajas comparativas  desde la exportación de su mano de obra en condición poco menos que de esclavitud y servilismo. Los obreros vivan donde vivan, no deben subsidiar el precio de la integración, claro está, con su pobreza atroz.
Pero los hechos, hechos son.Y se muestran en la realidad muy impenetrables a discursos y debates de sillas curules con la argumentación oratoriana de Bizancio de buenas intenciones o divinas providencias.  Aquel deseable y eslogánico “más y mejor Mercosur”, cercano al post 1991 del Tratado de Asunción, parece languidecer. Y lo será más, so pena de no encontrarse, de cierta  manera, algunas suplementarias alternativas. Ya ciertos países continentales han tenido la lucidez de  ir hacia ellas, que el nuestro aún no, en la suicida fidelidad al “más y mejor….”
 No obstante, han aparecido señales que cuando la tozudez se hace muy inhóspita, hasta los asaz conservadores, por más que porten lustrosas patente de progresistas, están emprendiendo, a lo Herrera, la “revisión de nuestros destinos” sobre la base aprendida, estrategias válidas de  un nacionalismo adulto y sagaz para este  mundo de la globalización. Sin embargo, las rémoras igual están  prendidas a la famélica ballena, alimentándose de los desperdicios del quelonio.
-Otra vez el  “pago chico” que se hace nacionalismo, ni chauvinista ni xenófobo, pater, por vocero útil de un nativismo “tranquilo” que deberá tomar salvacionistas reciedumbres  alquímicas en  nuestras actuales circunstancias ríspidas. Tantas veces las pequeñeces  geográficas de las patrias, agitan las turbulencias de las que son más extensas,  sobre todo cuando pretenden menoscabar  a su favor imperial las cercandanzas, mirando gozosas y antropófagas  la  aparente  y desvalida presa  constituida por  quienes comparten comunes longitudes y latitudes.
-“Mi copa es chica, pero de ella bebo yo”, dirá parafraseando a Alfred de Musset, Luis Alberto de Herrera Quevedo.
-“La gente anda y arde en las calles ….  Si quieren pueden llevarse  todo,  pero jamás la tranquilidad de la República…”
-“Ni todo nos une a la Argentina, ni todo nos separa del Brasil”. (Pragmatismos  muy aptos para ojos y  oídos  2019.)
-“Uruguay debe resolver sus problemas internacionales  consultando en exclusivo  sus conveniencias, con indumentaria  diplomática a la medida  de su cuerpo” (Formidable definición que trae a colación  defender los principios de No Intervención  y el Derecho a la Libre Determinación de los pueblos a fijar sus destinos….que Bases, jamás!”)
-No en vano destacaba Herrera cinco reglas de oro  en las Relaciones Internacionales del Uruguay:
-1ª.) “La Unidad Nacional que -sin armonía doméstica- todo es estéril”);
-2da.)  Discreción (“Pequeños  y débiles se nos impone por las circunstancias una acción discreta, tan moderada como eficaz, y bien dirigida”);
 -3era.)  Confiar ante todo  en el propio esfuerzo. (“Si la prosperidad  depende de la benevolencia de otra nación vecina y poderosa, su autonomía  es también fruto de la ajena benevolencia”.) Un  verdadero llamado de atención desde su tumba viva, cuando los vecinos reducen sus poderes interiores en crisis domésticas,  atrayendo   nuevos ciclos críticos endógenos y exógenos.  Seguramente,  están  inquietos y, por ende, deben activarse aun más nuestros  alertas y alarmas);
-4ta.) “Neutralidad en los problemas de los vecinos”. (Humm)




5ta.) “Junto a las corrientes que se neutralizan, se forma el remanso”.
-Alberto Methol Ferré – frente al “pago chico” del nacionalismo  agrario y nativista liberal de Herrera- fue  más propicio al constructo de “la Patria Grande”,  concepto que hoy transita en estos tiempos por la era de la Globalización, la de las cercanas “tierras liquidas” distinguía esclarecedor W.Bauman. Todo lo planetario se divulga y pretende conseguirse en  santiamenes desde  todas las comunidades de la especie, aldeanos globales de una bioesfera común en la que, sin embargo, hay muchos más “infelices” que  poderosos. No obstante Herrera confiaba, más que Methol, en el internacionalismo que en el patriograndismo ; en  pragmatismos contingentes que en idealismos  según contextos históricos. Para Herrera el Uruguay era un virtual  sandwich entre Argentina y Brasil; para Methol, una bisagra. No es lo mismo: se generan en la opción adjetivante  distintas geoestrategias  y geopolíticas según haya riesgo de ser comidos o, por  contrario sensu, ser rústicos y débiles ejes de turbias  confluencias.

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