Dibujo de Luis "Pori" Ferrer.
Mi ciudad, Mercedes, vive por esos días –quizás todo el país y no sé si hasta el mundo pleno- los atolladeros que crean ciertas colisiones entre dos entes cercanos pero diferentes, guante y mano, que aquél no siempre calza en cualquiera de las dos extremidades digitales, que no siempre las protege con las calorías de la razón y de los afectos si la temperatura social se crispa de meteoros punzantes y sorpresivos.
Encuadrable en el rótulo muy abarcativo de falta de seguridad por agresiones físicas y éticas a las personas, indefensión de la propiedad, y la aparición germinal de respuestas en sectores que han ido tomando cuerpo de eventuales tomar riesgosas distancias de las normas del derecho, birlándoles de repente a la Justicia su rol directriz del ordenamiento social. ¿Se querrá tomarla sin plena conciencia extemporáneamente bajo su responsabilidad no legitimizada pero, simultáneamente, en el estimable amparo protestatario y liberal de la insuficiencia operativa de los órganos a los que le compete por delegación la responsabilidad de asegurarla paz interior, ciertamente convulsionada?
La Justicia (del latín, Iustitia) es la concepción predominante en cada
tiempo y civilización respecto de la equidad y de la búsqueda del bien común y fundamentalmente a la oportunidad de acceder ella por todos los integrante de una sociedad determinada.
El Derecho es, en tanto, el camino que se recorre para alcanzar los ideales y fines justicieros, que determina la creación de un constructo de normas ordenadas y coherentes, su interpretación y su aplicación, funciones de la vida intelectual no siempre firmes y, de repente, azarosos, adheridos a búsquedas de activas dinámicas pensantes. El camino no es “derecho”que está lleno de rispideces, en virtud de las propias complicaciones de la existencia comunitaria y posee varias sendas siempre alertas para teorizar cuál será el mejor sendero para llegar a la Justicia…y eso sin la convicción que se arribará a la meta más justa , clemente y adecuada al sosiego general.
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Creo, en esta hora, que es bueno retornar a la voz sapiente de los grandes Maestros que ha engendrado el país, caso del Dr.Eduardo J.Couture, sabio nacido en 1904 y fallecido en 1954, a los 51 años, cuando tanto en más podría haberle ofrendado para siempre a sus compatriotas,aunque mucho e inmenso fue su legado superior.
EL CUARTO MANDAMIENTO
Decálogo del abogado.
Dr.Eduardo Couture
1. Estudia: El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.
2. Piensa: El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
3. Trabajo: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de las causas justas.
4. Procura la justicia: Tu deber es luchar por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia.
5. Se leal: Leal con tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú dices; y que, en cuanto al derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
6. Tolera: Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
7. Ten paciencia: En el derecho, el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
8. Ten fe: Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia. Y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia ni paz.
9. Olvida: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
10. Ama tu profesión: Trata de considerar la abogacía de tal manera, que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti, proponerle que se haga abogado.
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