viernes, 20 de noviembre de 2009

La Frustración, Antes que Inhibidora, Animadora de Proezas.

Diego de Velázquez: Mariana de Austria....y esa falda mágica!<-Los Borrachos->







En su distin-guida columna Enter/Arte de montevideo.com -muchas veces motivo animador de nuestras “Charadas”- la Dra.Emma Sanguinetti destaca al excelso pintor español Diego Velázquez, trayendo opiniones de dos prestigiosos críticos que pese a nos ser entre sí contemporáneos, coincidían en afirmar la genialidad del sevillano tal hubiesen vivido un mismo tiempo.
Se afirma que Velázquez entre otras virtudes estaba poseso por una suerte de frustración que antes que inhibirlo era motor de sus búsquedas incesantes, pincel y óleos en ristre. Solo con ese elam vital es posible entender la mágica sublimidad ,por ejemplo, de la barroca y aristocrática falda de Mariana de Austria, una obra de arte de por sí dentro de otra . Veamos lo que afirma la periodista
-“La frustración engendra y estimula, y por más que no creo que ésta sea la única y exclusiva forma –nada más lejos-, es una fuerza potente en el camino del descubrimiento interior y en consecuencia en la ardua búsqueda de los objetivos personales, en este caso artísticos”, decía pues Sanguinetti.
¡Oh! Cuando veo esa falda recuerdo mi adolescencia en la cátedra de “Cultura Artística” del Instituto Normal de Mercedes del inolvidable Prof.Washington Lockhart, uno de los mas valiosos intelectuales de visión holística que ha tenido el Uruguay por la armónica diversidad de sus excelencias cognitivas y comunicacionales al amparo de un laicismo probo, siempre respetado dentro del recinto escolar.
Empleando la pedagogía del shock y con ironía cautivante nos decía:
-“Se ven hasta las puntadas del hilo de la costurera-bordadora”…
Con ese impacto en la consigna de la minuciosidad meticulosa, me tocó luego apreciar, perplejo y dominado por aquel aserto introyectado en mi curiosidad juvenil, el cuadro de los borrachos. Experimenté entonces la instancia más que con los ojos, con las narinas. Hasta el hedor del contumaz ebrio del delirio tremens de mi aldea inundó impertinente y pertinente la sala de la vieja casona de la calle Castro y Careaga.¡Esos ojos brillosos de la decadencia etílica que contradictoriamente se oscurecían de luz interior …y esa boca babosa de alcohol!…

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