La Politología Nacional, una Hipótesis sobre el Ilustrado Pensamiento Pre Lógico de los Uruguayos.
Cr.Astori (FA):-"Larrañaga (PN) es la derecha chanta".
Juan Castillo (PIT ) y Lacalle>
Se aproximan a pasos agigantados los previsibles sucesos informales y formales de definir las candidaturas para las próximas elecciones nacionales. Se procesa el festín de los politólogos en un país acostumbrado a ir al Estadio "Koster" de Mercedes o al "Centenario" de Montevideo con radio a transistores para ver y escuchar en simultaneidad el partido. Los ojos y la mente propios no alcanzan.Debe mediar-para luego extraerse la conclusión si la jugada en el área fue o no penal-, la opinión del comentarista radial. Pocos creen en sí mismos. Necesitan las prótesis de opiones ajenas para decidir.Un atraso. En la política ocurre lo mismo que en el deporte. Es que la conducta de la persona resulta totalizante en el manejo de las funciones psíquicas y en la evaluación de sus productos de adaptación al medio.
Y así ¡ qué irreverente condición de manejar íconos que tenemos los uruguayos para adorarlos como becerro de oro en el antiguo Monte Sinaí! Personas o instituciones son etiquetadas y se nos borra a todos la capacidad de evadir críticamente el marco aceptado que autodiseñemos, cualificante y parcelario de fantasías que nos alejan de la realidad y nos dan otra a cambio transfigurada. Astori y Mujica, decimos a coro, son de izquierda y éste está más a la siniestra que aquél. Lacalle y Larrañaga son de derecha, pero uno es más astuto que el otro. (¿Cúal?...no importa a nuestro discurso).Pero ocurre que gane cualquiera de los cuatro en las próximas elecciones nacionales, o un sorpresivo quinto o sexto que salgan de la galera, cuestión harta improbable, ninguno de ellos, por más etiquetados que estén, rotulados, programados, eludirán el fatalismo de gobernar en un país de economía mixta y dependiente. La gestión estará siempre mediatizada desde el condicionamiento exterior, presión arterial para un país sin energía propia suficiente, sin metales ferrosos, sin industria de maquinaria mayor, sin población joven y estancado demográficamente, educación caduca y, por ende en lo global, la añadidura de chequearse insignificativos aumentos del PBI.Por más que la “etiqueta” cultural alienante establezca que los nacionalistas Lacalle-Larrañaga no son socialistas y sí liberales, deberán, si les correspondiera, administrar un Uruguay cuasi socialista desde el viejo Batlle a la fecha. Socialista porque el Estado es el principal planificador de la economía y tiene bajo su control, aunque por ello se haya enfermado, los grandes medios de producción y monopolios. En síntesis:Liberales manejando ineludiblemente un estado Socialista al son de la Marcha “Tres Árboles”. Si ganan, la otra hipótesis, en reiteración partidaria Mujica- Astori, deberán seguir-que ya hay muestras evidentes y actuales que sirven como antecedente impulsor- con el FMI y el pago de la deuda externa, incluso adelantada, disposiciones de la actual política frentista. Pero la planificación centralizada del socialismo no podrá ser lo suficientemente fuerte contra ciertos principios que rigen los mercados del capialismo hegemónico. Hoy la demanda de nuestros productos se deprecia y comienzan estornudos que pretendieron ser negados, pero ya están apalabrando al médico neumólogo los optimistas oficiales de la primera hora.Socialistas Mujica-Astori estarían gobernando en un mundo capitalizado y con poderosos proveedores de riquezas criollas e internacionales procedentes de la propiedad privada y del empuje innovador, actitud más fuerte en el empresariado que en los perezosos corporativos estatales sindicalizados, plenos de inicuas “plataformas reivindicativas” por un peso más y una hora menos de trabajo.
Todo el mundo quiere localizar el mal en la aventura de encontrar el camino a El Dorado o al Reino del Preste Juan. Como sea. Parece tarea sencilla.Y lo es, equívocamente, porque en general se la reduce a una fórmula de pensamiento pre lógico, casi mágico. ¿Cúal fue el mal de la dictadura militar? ¡Su excecrable autoritarismo! Una vez que se la mandó a los cuarteles y a la cárcel, el mal seguía radicado como remache indócil en el autoritarismo de la inercia que actúa como un sedante para la lucha, verdadero arnés que aprisionaba los derechos de noveles víctimas del período de la reinstitucionalización. No se podía ser autoritario ni represor. Liberen presos, dejen actividades libres para la riñas deportivas, procesen a quien usó un arma en defensa propia (ahora se está corrigiendo).El mal está en el autoritarismo. Nada de ejercer la autoridad. ¡Viva el relajo!
Maten judíos, decían los nazis en la noche de los cristales, que en ellos está la razón del sufrimiento de Alemania.Habían encontrado la razón del mal.(!) Después de encontrada la solución, iba a ser más fácil proceder.
¡Voten a Lacalle! que el mal está en el Estado fofo…aunque haya necesidad de un Estado estabilizador y moderador de equilibrios y de crisis….que hasta Bush se convenció.
¡Voten a Mujica! que el mal está en la clase capitalista…y desde el estado socializado y con mayorías propias absolutas, no se pudo conseguir el país productivo que solo funcionó económicamente por factores exógenos concatenados a la capitalista Ley de la Oferta y la Demanda que privilegió los alimentos y las “comodities” del salvataje festejante. (Y eso que en la visión socialista las comodaties tienen un fuerte hedor a lucro cesante y plusvalía expoliadora del proletariado).En síntesis: me sorprende cómo creen que Mujica (Astori) es un propósito infalible para tal política específica, y Lacalle (Larrañaga) su contraparte gemela y antagonista. Cualquiera de los dos están limitados, acotados.
Hemos localizado el mal en la polarización falsa de derecha e izquierda. Y no es así. Después advienen las desilusiones.
La política debe superar en sus cultores activos los gastados dogmas taxonómicos de los viejos glosarios del Período de la Ilustración con el aporte de nuevas y deseables axiologías.
Y así ¡ qué irreverente condición de manejar íconos que tenemos los uruguayos para adorarlos como becerro de oro en el antiguo Monte Sinaí! Personas o instituciones son etiquetadas y se nos borra a todos la capacidad de evadir críticamente el marco aceptado que autodiseñemos, cualificante y parcelario de fantasías que nos alejan de la realidad y nos dan otra a cambio transfigurada. Astori y Mujica, decimos a coro, son de izquierda y éste está más a la siniestra que aquél. Lacalle y Larrañaga son de derecha, pero uno es más astuto que el otro. (¿Cúal?...no importa a nuestro discurso).Pero ocurre que gane cualquiera de los cuatro en las próximas elecciones nacionales, o un sorpresivo quinto o sexto que salgan de la galera, cuestión harta improbable, ninguno de ellos, por más etiquetados que estén, rotulados, programados, eludirán el fatalismo de gobernar en un país de economía mixta y dependiente. La gestión estará siempre mediatizada desde el condicionamiento exterior, presión arterial para un país sin energía propia suficiente, sin metales ferrosos, sin industria de maquinaria mayor, sin población joven y estancado demográficamente, educación caduca y, por ende en lo global, la añadidura de chequearse insignificativos aumentos del PBI.Por más que la “etiqueta” cultural alienante establezca que los nacionalistas Lacalle-Larrañaga no son socialistas y sí liberales, deberán, si les correspondiera, administrar un Uruguay cuasi socialista desde el viejo Batlle a la fecha. Socialista porque el Estado es el principal planificador de la economía y tiene bajo su control, aunque por ello se haya enfermado, los grandes medios de producción y monopolios. En síntesis:Liberales manejando ineludiblemente un estado Socialista al son de la Marcha “Tres Árboles”. Si ganan, la otra hipótesis, en reiteración partidaria Mujica- Astori, deberán seguir-que ya hay muestras evidentes y actuales que sirven como antecedente impulsor- con el FMI y el pago de la deuda externa, incluso adelantada, disposiciones de la actual política frentista. Pero la planificación centralizada del socialismo no podrá ser lo suficientemente fuerte contra ciertos principios que rigen los mercados del capialismo hegemónico. Hoy la demanda de nuestros productos se deprecia y comienzan estornudos que pretendieron ser negados, pero ya están apalabrando al médico neumólogo los optimistas oficiales de la primera hora.Socialistas Mujica-Astori estarían gobernando en un mundo capitalizado y con poderosos proveedores de riquezas criollas e internacionales procedentes de la propiedad privada y del empuje innovador, actitud más fuerte en el empresariado que en los perezosos corporativos estatales sindicalizados, plenos de inicuas “plataformas reivindicativas” por un peso más y una hora menos de trabajo.
Todo el mundo quiere localizar el mal en la aventura de encontrar el camino a El Dorado o al Reino del Preste Juan. Como sea. Parece tarea sencilla.Y lo es, equívocamente, porque en general se la reduce a una fórmula de pensamiento pre lógico, casi mágico. ¿Cúal fue el mal de la dictadura militar? ¡Su excecrable autoritarismo! Una vez que se la mandó a los cuarteles y a la cárcel, el mal seguía radicado como remache indócil en el autoritarismo de la inercia que actúa como un sedante para la lucha, verdadero arnés que aprisionaba los derechos de noveles víctimas del período de la reinstitucionalización. No se podía ser autoritario ni represor. Liberen presos, dejen actividades libres para la riñas deportivas, procesen a quien usó un arma en defensa propia (ahora se está corrigiendo).El mal está en el autoritarismo. Nada de ejercer la autoridad. ¡Viva el relajo!
Maten judíos, decían los nazis en la noche de los cristales, que en ellos está la razón del sufrimiento de Alemania.Habían encontrado la razón del mal.(!) Después de encontrada la solución, iba a ser más fácil proceder.
¡Voten a Lacalle! que el mal está en el Estado fofo…aunque haya necesidad de un Estado estabilizador y moderador de equilibrios y de crisis….que hasta Bush se convenció.
¡Voten a Mujica! que el mal está en la clase capitalista…y desde el estado socializado y con mayorías propias absolutas, no se pudo conseguir el país productivo que solo funcionó económicamente por factores exógenos concatenados a la capitalista Ley de la Oferta y la Demanda que privilegió los alimentos y las “comodities” del salvataje festejante. (Y eso que en la visión socialista las comodaties tienen un fuerte hedor a lucro cesante y plusvalía expoliadora del proletariado).En síntesis: me sorprende cómo creen que Mujica (Astori) es un propósito infalible para tal política específica, y Lacalle (Larrañaga) su contraparte gemela y antagonista. Cualquiera de los dos están limitados, acotados.
Hemos localizado el mal en la polarización falsa de derecha e izquierda. Y no es así. Después advienen las desilusiones.
La política debe superar en sus cultores activos los gastados dogmas taxonómicos de los viejos glosarios del Período de la Ilustración con el aporte de nuevas y deseables axiologías.
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