Garibaldi:Comprender antes que Juzgar.
Con gran profusión de actos, se conmemoró en nuestro país el bicentenario del nacimiento de José Garibaldi, el guerrero itálico que blandió la lanza de Marte en buena parte del Siglo XIX, tanto en América como en su patria cuando todavía no estaba unificada. Logró concretar el objetivo por 1870 junto al Conde Cavour, al rey Víctor Manuel y a sus famosas “Camisas Rojas”, quizás reminiscencias cromáticas de la común divisa colorada de Fructuoso Rivera.
Perteneció a la masonería, antigua sociedad medieval, renovada en la época contemporánea para bregar a favor del liberalismo contra los regímenes absolutistas del siglo XIX.
No extrañó así que la sede de la Masonería del Uruguay estuviese en la agenda evocativa, incluso con la presencia del Presidente de la República, el socialista Tabaré Vázquez y otros “hijos de la viuda”.
En el orden público, también el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo oficializó el recuerdo al vencedor de la batalla de San Antonio, librada por los pagos salteños. Y por supuesto que el Partido Colorado cumplió con el rito de la ofrenda hacia quien defendió sus intereses durante la Guerra Grande en la sitiada Montevideo, donde no se hablaba casi español, sino francés, italiano, inglés y portugués, plena de habitantes cosmopolitas y mínimos criollos del país, la mayor urbe portuaria y aduanera con que contaba la nación por entonces.
El ex presidente Dr. Julio María Sanguinetti que tiene una rama garibaldina en su árbol genealógico y otra muy fuerte en su savia política, destacó la heroicidad del legionario y su adhesión a la causa universal de la Libertad, "caso de la defensa de Montevideo sitiada por las fuerzas del tirano Rosas”. Verdad a medias. La figura de Rosas se revisa y se reivindica cada vez más en estos tiempos de imperialismos. Enfrentó don Juan Manuel a los imperios decimononos venidos otra vez en nueva oleada por estas tierras con reafirmados afanes coloniales , pese al mimetismo de independencias formales. Omitió el forista, cauto y prudente, decir que Montevideo estaba sitiada además por los blancos -“Defensores de las Leyes”- del patriota Brigadier don Manuel Oribe, incluso con gobierno constituido en el Cerrito, Villa de la Unión, con calle principal llamada Gral. José Artigas, tiempos en que el acmé de la leyenda negra que el odio de Buenos Aires había incubado contra el gran americanista y federal, numen de las Instrucciones republicanas del año XIII, alcanzaba suprema dimensión para unos y olvidos para otros, aunque todos de la misma camada.
Garibaldi había combatido a favor del federalismo riograndense contra Río de Janeiro, capital centralista del Imperio brasileño, liderando a grupos locales o "farrapos" que tanta influencia artiguista habían recibido desde los tiempos de la Liga Federal. Sí, era el mismo Río Grande del Sur levantisco que tuvo héroes cenauros como Gumersindo Saravia, el hermano de Aparicio.
¡Cúan caro resulta entender la Historia por las veleidades de la humana condición! Garibaldi fue colorado contra los blancos en el Uruguay; pero en el Brasil hizo causa común con el ideario nacionalista anti imperialista y federal junto a su Anita brasileña de los harapos, tan heroica como las quitanderas que acompañaron en los fogones a Timoteo en “Las Lanzas” del 70; al “Cabo Viejo”, a Diego Lamas, Chiquito y a tantos héroes del 97 que recogieron la tradición mártir de Leandro Gómez.
Por eso ¡qué dificil es juzgar a los muertos! Vale más comprender sus conductas históricas, las que nunca deberían recibir sentencias absolutas y definitivas sin el beneficio de dudas y benevolencias.
Más complicado aún, intentar fundar curricularmente en el nivel escolar “Historias Recientes”, vigentes todavía incertidumbres juvenilmente pretéritas. Y mediante la pluma de escribas asaz pretenciosos y mediatizados por contratos laborales, para develarlas sin caer en incomprensiones y quedarse exclusivamente en “juzgamientos” procesales hemipléjicos.
Hemos visto hoy, en cámaras y noticiosos, con ciceronianas oratorias socialistas hacia el peninsular “Héroe de Dos Mundos”, el masón europeo del ideario de la libertad, la igualdad y la fraternidad burguesa, padrón que no se talla con el mismo triángulo que sostiene la geometría del abstracto “Hombre Nuevo” del post Muro de Berlín.
Los blancos, sin masonería -a la que se respeta- consideramos frente a su laica Libertad, la realidad y el simbolismo nuestro del “aire libre y carne gorda”.Por lo de Igualdad,”aquí naides es más que naides”. La Fraternidad es la asignación comprometida y fundada desde los fogones de Aparicio de ver, en cada defensor de las leyes, un “compañero”, no un mero “camarada”… ajeno término de otros. Eso sí, no nos bastardeen el “compañeros” de Aparicio. Nos pertenece y nos une para el desafío inmediato que hoy tenemos que observar con la misma sonoridad del clarín de Camundá.
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