Cuando comienza a advenir, el Ocaso de los Dioses en el Río de Enero olímpico.
Me encanta el deporte. En estos días disfruto el hedonismo de los Juegos Olímpicos con la limitante de que ingresan a mis
sentidos por la imagenerìa ficticia de la electrónica televisiva..
“Deporte”
deriva “du sport”, es decir ,”irse de puerto”, o sea, fin de las fatigas de
los navegantes tras meses de ultra mar,
deseosos de encontrar reparación a sus múltiples fatigas y deserciones de apetitos naturales ,calmados en las picarescas diversiones
de tierra firme.
Otras serán también las razones de su origen junto
al expreso talante placentero: escapismo a las duras rutinas de los actos cotidianos y
primarios.
Yo creo que otra razòn es, supongo, el vano intento de captar la inasible Realidad y pretender la soberbia hazaña de vencer sus componentes sobresalientes.
Yo creo que otra razòn es, supongo, el vano intento de captar la inasible Realidad y pretender la soberbia hazaña de vencer sus componentes sobresalientes.
Vencer al Tiempo generò los deportes afines a la ansiosa adicción al Recordismo de los atletas.
Pretensiones
de llegar al Wahalla de Odin y de Thor con
una pértiga y sin alas en el vuelo loco
de los garrochistas.
Deslizarse en
el medio acuático imitando a los delfines por los nadadores.
Historia de
precisiones casi inauditas en los tiradores de rifles o en los ballesteros.
Gestores de
emociones colectivas desde quienes
quieren introducir un instrumento esférico en un arco o un aro, como sublimando otras penetraciones mas genèticas: se les
llama futbolistas, basquetbolistas ,
waterpolitas, hanbolistas , hockistas,etc. En otros casos, la dificultad es la
red de los tenistas, voleibolistas y
tenimesistas.
Todo está reglado por normas y jueces, severos a veces y
en otras no tanto, que también esa Realidad pretendidamente domeñable la guían las disposiciones de
leyes còsmicas que el Hombre ha pretendido atarlas a Teorìas e Hipòtesis . Ambas metodologias cognitivas son y serán siempre falibles ante nuevos enunciados e investigaciones en curso. Los más
felices descubridores se llamaron en sus hallazgos vanguardistas y aperturistas de novicias aventuras de la mente sagaz,
aunque ya caducos en sus gloriosos
epitafios, Arquimedes, Copérnico, Galileo, Boyle –Mariotte, Newton y por ahi anda aun Einstein entre el relativo si y no, mirado de soslayo
por el inglés Hawkins.
Toda
propuesta – incluidas las deportivas- conlleva riesgos. Les acecha a casi todos los
atletas, las tentaciones de violentar las normas para ir hacia el camino más
fàcil, pero sin Gloria. Año a año se
perfeccionan las manipulaciones del dopaje, cuestión de eludir el ojo de la
decencia laboratorista.
Y la misma
Gloria del Olimpismo, también carga en el altar de los sacrificios personales y efímeros de una Olimpiada, o de una trayectoria
deportiva, las morbideces de los intentos crueles. Articulaciones esquilmadas de los haterofilistas, tobillos
de los futbolistas, rodillas de los
basquetbolistas, tendinitis de tenistas, irregular desarrollo, sin
armonias, de la mayoria de los deportes
que alimentan solo el gozo de un músculo entrenado en desmedro del sistema de fibras blancas o rojas. O el Alzheimer por tantos golpes en el rostro de un boxeador. O programas casi esclavistas de
entrenamientos en otras expresiones para
estar, años y más años, en la fresca corola de la Vida , sin faltar un dìa, en
gimnasios y estadios, buscando la inefable y esquiva exactitud.
Son duros
precios –sin considerar los que genera el meercantilizado profesionalismo que ha
ido matando el “amor a la camiseta"- que el deporte cobra con la cómplice indiferencia
de víctimas y victimarios.
Pero
insisto. A mi me encanta su mundo mágico.Quizás por un camuflado sado masoquismo, tras lo antes escrito.
Y hasta la
locura de decirles que la modalidad que más me impactó en estos Juegos de Río
de Enero 2016, fue el Juego Ecuestre en la irracional e increíble simbiosis de un jinete, un caballo moro y una música celestial, todo tan armonizado
que ni un Paganini , genio del violin, ni
Stradivarius, luthier impar, hubiesen
logrado el fantàstico prodigio del
ensamble. Arte competitivo mas allá de cualquier quinta esencia.
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