lunes, 15 de agosto de 2016

Cuando comienza a advenir, el Ocaso de los Dioses en el Río de Enero olímpico.



Me  encanta el deporte. En estos días  disfruto el  hedonismo de los Juegos Olímpicos  con la limitante de que ingresan a mis sentidos por la imagenerìa ficticia de la electrónica televisiva..
“Deporte” deriva  “du sport”, es decir ,”irse de puerto”, o sea, fin de las fatigas de los navegantes tras meses de  ultra mar, deseosos de encontrar reparación a sus múltiples fatigas y deserciones de apetitos naturales ,calmados  en las picarescas diversiones de tierra firme.
Otras serán también  las razones de su origen junto al expreso talante placentero: escapismo  a las duras rutinas de los actos cotidianos y primarios.
Yo creo que otra razòn es, supongo, el vano intento de captar la inasible Realidad  y pretender la soberbia  hazaña de  vencer sus  componentes  sobresalientes.
 Vencer al Tiempo generò los deportes afines a la  ansiosa adicción al Recordismo de los atletas.
Pretensiones de llegar al Wahalla  de Odin y de Thor con una pértiga y sin alas  en el vuelo loco de los garrochistas.
Deslizarse en el medio acuático imitando a los delfines por los nadadores.
Historia de precisiones casi inauditas en los tiradores de rifles o en los  ballesteros.
Gestores de emociones colectivas desde  quienes quieren introducir  un instrumento esférico en un arco o un aro, como sublimando otras penetraciones mas genèticas: se les llama  futbolistas, basquetbolistas , waterpolitas, hanbolistas , hockistas,etc. En otros casos, la dificultad es la red de los tenistas, voleibolistas y  tenimesistas.
Todo está reglado por normas y jueces, severos a veces y  en otras no tanto, que también esa Realidad pretendidamente domeñable la guían  las disposiciones de leyes còsmicas que el Hombre ha pretendido atarlas a Teorìas e Hipòtesis . Ambas metodologias cognitivas  son y serán siempre falibles ante nuevos enunciados e investigaciones en curso. Los más felices descubridores se llamaron en sus hallazgos vanguardistas y aperturistas de  novicias aventuras de la mente sagaz, aunque  ya caducos en sus gloriosos epitafios, Arquimedes, Copérnico, Galileo, Boyle –Mariotte,  Newton y por ahi anda aun Einstein  entre el relativo si y no, mirado de soslayo por  el inglés Hawkins.
Toda propuesta – incluidas las deportivas- conlleva riesgos. Les acecha a casi todos los atletas, las tentaciones de violentar las normas para ir hacia el camino más fàcil, pero  sin Gloria. Año a año se perfeccionan las manipulaciones del dopaje, cuestión de eludir el ojo de la decencia laboratorista.
Y la misma Gloria del Olimpismo, también carga en el altar de los sacrificios personales y efímeros de una Olimpiada, o de una trayectoria deportiva, las morbideces de los intentos crueles. Articulaciones  esquilmadas de los haterofilistas, tobillos de los futbolistas, rodillas  de los basquetbolistas, tendinitis de tenistas, irregular desarrollo, sin armonias,  de la mayoria de los deportes que alimentan solo el gozo de un músculo entrenado en desmedro del sistema  de fibras blancas o rojas. O el Alzheimer por  tantos golpes  en  el rostro de un  boxeador. O programas casi esclavistas de entrenamientos  en otras expresiones para estar, años y más años, en la fresca corola de la Vida , sin faltar un dìa, en gimnasios y estadios, buscando la inefable y esquiva exactitud.
Son duros precios –sin considerar los que genera el meercantilizado profesionalismo que ha ido matando el “amor a la camiseta"- que el deporte cobra con la cómplice  indiferencia de víctimas y victimarios.
Pero insisto. A mi me encanta su mundo mágico.Quizás por un camuflado  sado masoquismo, tras lo antes escrito.

Y hasta la locura de decirles que la modalidad que más me impactó en estos Juegos de Río de Enero 2016, fue el Juego Ecuestre en la irracional e increíble  simbiosis de un jinete, un caballo moro  y una música celestial, todo tan armonizado que ni un Paganini , genio del violin, ni Stradivarius, luthier impar,  hubiesen logrado  el fantàstico prodigio del ensamble. Arte competitivo mas allá de cualquier quinta esencia.

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