Dos Locos en Aprietos entre Psicólogos y Entrenadores.
Carlos Bueno
Sebastián Abreu------->
Mañana se retoman las Eliminatorias para participar por América del Sur en el próximo Mundial que tendrá su sede en Sud Africa . Uruguay debe recibir en el Estadio “Centenario” de Montevideo a Venezuela, una selección sin historia la que no obstante en los últimos lustros ha mejorado relativamente la calidad de su fútbol al punto que ha obtenido puntos en el continente, década atrás suceso que se hubiese calificado de hecho fantasioso o casual.
Uruguay padeció, justamente, derrotas contundentes tanto en su territorio como en el de los llanos que le quitaron chance de participar en últimos Mundiales.
El partido se toma desde ya en el imaginario colectivo como favorable a la chance de los celestes, pero con recaudos de respeto y garantías de falaz localía dada la evocación cercanísima de las heridas fatales propinadas a su orgullo y a su clasificación por la escuadra “vino tinto”.
No obstante ha estado más encendida la polémica en la controversia popular sobre quién deberá portar la camiseta Nº9. Si el actual defensor de River Plate de Buenos Aires Sebastián Abreu, un gigante de Minas, o el petiso Carlos Bueno, artiguense que revista en Peñarol de Montevideo. Ambos campeones en sus clubes en los recientes torneos lugareños finalizados simultáneamente la semana anterior.
Los dos llevan el apodo de “Loco”, en alusión a la singularidad de sus personalidades. Pero son “Locos” diferentes, faltaría más. Abreu porta su “locura” con distinción; Bueno la gestualiza de manera más visible. Llamarles así no debe considerarse ofensividad pues el dúo asimila con naturalidad la simpática calificación que le fue asignada por la nomenclatura popular, sin recurrencias de ningún tipo por ninguno de los centrodelanteros.
Hasta se ha pensado en círculos de la gerencia deportiva de la Asociación Uruguaya de Fútbol, la AUF, acercar un licenciado en Psicología para dirimir, no solo cuál de los dos “locos lindos” tendría precedencia en la oncena, sino incluso el peso de las opciones favorables a las chances de los demás jugadores. Y hasta para la terapia grupal del propio plantel cuestión de restaurarle una vieja condición del fútbol uruguayo en el concierto planetario, ganador y guerrero, tiempos ha.
La psicología es una Ciencia, es decir un saber que se va construyendo, reconstruyendo, y ordenando para hacerse más comprensible, dividiéndose en áreas a los fines que a todas estas les son únicos: comprender las fuerzas determinantes y las conductas que generan las manifestaciones de lo anímico, individual o socialmente, en el trabajo, en el deporte, en la educación, en la economía, en la niñez, en la vejetud, etc.,etc.
Tiene un carácter, hoy, insoslayable, de ser una ciencia empírica, experimental, con una metódica diferenciada. Busca determinar causas de comportamientos, reencausarlos y aun prevenir efectos.
Lamentablemente para sí, y sobre todo en materia social como es la sub rama de la Psicología, la denominada Psicología del Deporte, al trabajar con humanos, no podrá llegar a tener leyes generales que aprisionen las conductas de los hombres en enunciados infalibles. No lo consiguen todavía ni las Ciencias Exactas. Cuando lo logre (¡jamás!) dejará de ser Psicología y será Física… cosa muy distinta! Y ojalá nunca ocurra pues todos seriamos infamemente igualitos, tanto como la sociedad que eventualmente nos cobijare.
Su falibilidad, entre otros aspectos, radica en que para “curar” conductas indeseables, adjudicables a las deficientes estructuras de la sociedad, habría antes que mejorar a ésta. Como tal utopía es muy dificil por ahora de conseguir, provenga entonces la solución emergente del uso y abuso de pastillas que actúan químicamente, acallando al “yo” al “super yo” o al “ello”de cada cual.
Uruguay padeció, justamente, derrotas contundentes tanto en su territorio como en el de los llanos que le quitaron chance de participar en últimos Mundiales.
El partido se toma desde ya en el imaginario colectivo como favorable a la chance de los celestes, pero con recaudos de respeto y garantías de falaz localía dada la evocación cercanísima de las heridas fatales propinadas a su orgullo y a su clasificación por la escuadra “vino tinto”.
No obstante ha estado más encendida la polémica en la controversia popular sobre quién deberá portar la camiseta Nº9. Si el actual defensor de River Plate de Buenos Aires Sebastián Abreu, un gigante de Minas, o el petiso Carlos Bueno, artiguense que revista en Peñarol de Montevideo. Ambos campeones en sus clubes en los recientes torneos lugareños finalizados simultáneamente la semana anterior.
Los dos llevan el apodo de “Loco”, en alusión a la singularidad de sus personalidades. Pero son “Locos” diferentes, faltaría más. Abreu porta su “locura” con distinción; Bueno la gestualiza de manera más visible. Llamarles así no debe considerarse ofensividad pues el dúo asimila con naturalidad la simpática calificación que le fue asignada por la nomenclatura popular, sin recurrencias de ningún tipo por ninguno de los centrodelanteros.
Hasta se ha pensado en círculos de la gerencia deportiva de la Asociación Uruguaya de Fútbol, la AUF, acercar un licenciado en Psicología para dirimir, no solo cuál de los dos “locos lindos” tendría precedencia en la oncena, sino incluso el peso de las opciones favorables a las chances de los demás jugadores. Y hasta para la terapia grupal del propio plantel cuestión de restaurarle una vieja condición del fútbol uruguayo en el concierto planetario, ganador y guerrero, tiempos ha.
La psicología es una Ciencia, es decir un saber que se va construyendo, reconstruyendo, y ordenando para hacerse más comprensible, dividiéndose en áreas a los fines que a todas estas les son únicos: comprender las fuerzas determinantes y las conductas que generan las manifestaciones de lo anímico, individual o socialmente, en el trabajo, en el deporte, en la educación, en la economía, en la niñez, en la vejetud, etc.,etc.
Tiene un carácter, hoy, insoslayable, de ser una ciencia empírica, experimental, con una metódica diferenciada. Busca determinar causas de comportamientos, reencausarlos y aun prevenir efectos.
Lamentablemente para sí, y sobre todo en materia social como es la sub rama de la Psicología, la denominada Psicología del Deporte, al trabajar con humanos, no podrá llegar a tener leyes generales que aprisionen las conductas de los hombres en enunciados infalibles. No lo consiguen todavía ni las Ciencias Exactas. Cuando lo logre (¡jamás!) dejará de ser Psicología y será Física… cosa muy distinta! Y ojalá nunca ocurra pues todos seriamos infamemente igualitos, tanto como la sociedad que eventualmente nos cobijare.
Su falibilidad, entre otros aspectos, radica en que para “curar” conductas indeseables, adjudicables a las deficientes estructuras de la sociedad, habría antes que mejorar a ésta. Como tal utopía es muy dificil por ahora de conseguir, provenga entonces la solución emergente del uso y abuso de pastillas que actúan químicamente, acallando al “yo” al “super yo” o al “ello”de cada cual.
No creo en lo particular mucho en los psicólogos del deporte pues es asaz complicado que lleguen a las síntesis perfectas en sus evaluaciones finales. El de la selección de Brasil del 58- primera vez que el país más laureado universalmente ganó en Suecia su primer Mundial- aconsejó al Entrenador que se excluyera a Garrincha, un tipo”raro”. Fue siempre más grande que el legendario Pelé en todo el ciclo de la gran saga verde amarilla. Y el “Gordo “Feola no le llevó el apunte al cientista y le dio el No.11 al super “Mané”. (Alfredo Zitarrosa tiene una canción sobre Garrincha que es una obra de arte, pese a que no está muy difundida).
Aquí en Uruguay, cuando dirigió Carrasco a la selección, colocó cierta vez en el “Centenario”a un muchachito novato de half derecho como inesperado titular y, todavía, para darle más confianza, la cocarda de Capitán del equipo. Quiso jugar el Entrenador a la psicología intuitiva, pre científica. Y le erró feo. Excluyó al pobre botija antes del primer tiempo que luego se esfumó del mundillo del fútbol.También desapareció el Entrenador como internacional, pues le dieron salida inmediata desde la AUF. La Psicología crea muchos problemas. Hasta de cómo debe escribirse su nombre. Los puristas del lenguaje dicen que debe ser Sicología, sin la “p”.El costumbrismo se ha impuesto con apoyo de las raíces griegas pues “Psico” quiere decir en el idioma helénico “mente”, “alma”,etc. En tanto, también en griego,”Sico” quiere decir “higo”. En el fútbol algunos “psicólogos” parecen saber más de “higos” que de conducir y ordenar el ánimo de sus dirigidos más allá de las facetas tácticas, físicas y técnicas.
Aquí en Uruguay, cuando dirigió Carrasco a la selección, colocó cierta vez en el “Centenario”a un muchachito novato de half derecho como inesperado titular y, todavía, para darle más confianza, la cocarda de Capitán del equipo. Quiso jugar el Entrenador a la psicología intuitiva, pre científica. Y le erró feo. Excluyó al pobre botija antes del primer tiempo que luego se esfumó del mundillo del fútbol.También desapareció el Entrenador como internacional, pues le dieron salida inmediata desde la AUF. La Psicología crea muchos problemas. Hasta de cómo debe escribirse su nombre. Los puristas del lenguaje dicen que debe ser Sicología, sin la “p”.El costumbrismo se ha impuesto con apoyo de las raíces griegas pues “Psico” quiere decir en el idioma helénico “mente”, “alma”,etc. En tanto, también en griego,”Sico” quiere decir “higo”. En el fútbol algunos “psicólogos” parecen saber más de “higos” que de conducir y ordenar el ánimo de sus dirigidos más allá de las facetas tácticas, físicas y técnicas.
Post Scriptum: El partido terminò Uruguay 1-Venezuela1. Resultado malo para las pretensiones del locatario que perdió la posibilidad de ganar tres puntos en su casa, obteniendo solamente uno. Entró Abreu y Bueno lo hizo a mitad del segundo tiempo.Ninguno de ellos se lució,ni tampoco sus compañeros.
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