lunes, 21 de febrero de 2011

Wilde Marotta Castro y su Universo Alado.

La familia de Wilde Marotta y la mía por años compartíamos viajes colectivos que afianzaron una amistad pre existente.
En 1994 anduvimos por Chile y en Santiago visitamos el Restaurante Show Bal Hal que mostró una de esas danzas tan comunes en nuestra Amerindia que representa la presencia de dioses alados que llegan a ilustrar de sabiduría  a los hombres, cuántas veces elusivos y renuentes al don.
Notaba cómo Wilde le prestaba extasiada atención a la coreografía. Hombre culto, inteligente y de alta sensibilidad artística, interpretaba simbolismos.En la foto conmigo, abrazados, sobre la izquierda, y con mis dos hijos ubicados en los sendos extremos , Fernando y Mercedita, muy jovencitos por entonces.

La foto de Santiago de Chile y sus cuatro Escoltas: La bandera de la patria nos identificaba y nos enorgullecía en aquel espacio festivo e internacional del Bal Hal chileno.
Evoco cuando hace dos días en Facebook, Federico, hijo de Wilde Marotta y de la bien amada Chunga Francia, decía que las plumas del escudo de Soriano diseñadas por su padre, si bien representan a los primitivos habitantes de terruño oriental del río Uruguay, también por extensión alcanzan a todas las divinidades que han hecho del concepto "cielo" un inmaculado paisaje de espiritualidad. La danza que veíamos en el escenario del restaurante, acrecentaba en Wilde su convicción de hombre acostumbrado a volar en alas de su ordenada y prodigiosa imaginación .Experimentaba allí el placer estético que le ofrecían los decorosos artistas, quizas él con una mayor intensidad de la que todos los que estábamos allí podíamos introyectarnos. La Humanidad es especie aeróbica.
Dependemos del agua y de la tierra, pero somos bichos de las profundidades de ese mar de aire que es la amósfera. Análogamente nos pasa lo que a esos, para nosotros, pobres seres que sí viven en un mundo marino, en el fondo del mismo, donde no llega la luz: la denominada flora y fauna abisal, de los abismos, que recién muy arriba están los superficiales tiburones, ballenas, bagres y por supuesto las mojarritas criollas de los arroyitos afluentes del río Negro sorianense.
Ellos, los abisales, andan en las negrísimas profundidades acuáticas de más metraje que el Everest o el Aconcagua. Y nosotros sobrevivimos en las clarísmas profundidades eólicas que alumbran el sol o la luna, bien abajo, contra el suelo...que envidiamos a los cóndores y a las águilas,  verdaderos seres andinos de las  alturas magnas.
Se nos creó de repente un complejo y una pasión de conquistar y someter a la limitaciòn que urgente hubimos de sublimarla por siglos de invenciones, esfuerozos  y quimeras. Aún no ha terminado la faena compensatoria de la mutilación grávida.
Inventamos aviones, globos aerostáticos,alas delta y las Religiones con Dioses. Se les creó a imagen y semejanza, pero queda un faltante que fue y sigue siendo privilegio intraficable a favor de los Divinos. Es que portan alas y nosotros estamos capados en esa materia. Desalados.
Y Wilde Marotta Castro también aló su escudo de Soriano con cuatro simbólicas plumas eyectantes de seres volátiles para que pudiéramos en el mito remontar grandezas y no quedarnos enterrados en mediocridades pedestres.









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