martes, 22 de febrero de 2011

A un Mes de la Muerte del Bello Vegetal por la Furia de los Cielos.

Esta belleza gigantesca, simétrica y conífera con antiquísimos ancestros del Himalalya, mostró que también los Hércules de la tierra nada son frente a los arrebatos de la Naturaleza fóbica.Solo quedó la foto, sus recuerdos de filantrópicas sombras....y el tronco en el suelo, a la intemperie.Peor le fue a muchos vecinos que perdieron sus techos y otras propiedades.

Por las 16 hs del 16 de enero de este año, en el cielo un feroz combate entre ciclón y anticiclón sobre un espacio terrenal donde se había producido una depresión barométrica.Un vacío.
Los vientos del signo que sean, que para  eso los puso la Naturaleza, tapar concavidades, corrieron obedientes y desaforados a cubrir  el agujero.Llegaron a una  misma vez al sitio, bien justo sobre la ciudad de Mercedes, y cada uno, el super soplido  frío y el caliente, quisieron hacese exclusivo cargo de la vacuidad.No se pusieron de acuerdo y se enfentaron con catastrófica iracundia eólica. ¡Volaron las chapas, techos, cables y árboles! Y quedaron lágrimas e intemperies...


Frente a las lágrimas que promovieron intemperies a tantos hermanos mercedarios, lo mío no es nada. Solo una pena íntima. El Combate de los Cielos me desarraigó de muerte a mi Cedro Deodora del Himalalya, el ubérrimo gigante  para soles del verano caliente, nidos de avecillas y camoatis...que hasta su sabia ya la estaba dando generoso a  depredadores claveles del aire y sus primos hermanos.
Presintiendo el fin de su ciclo vaya a saber en aras de qué misterios, había dado sus primeras semillas a treinta años de haberlo yo plantado en julio de 1981, coincidente con la inauguración de Covianalpa 1, el complejode 70 viviendas del eje de Gomensoro entre Varela y Espinosa, pionera en el sistema de ayuda mutua en la capital de Soriano.Cuando ya estamos a punto de terminar de pagar la hipoteca, el cedro, que nos acompañó servicial en el esfuerzo nos dijo:-"Bueno queridos, ya tienen el fruto de vuestro esfuerzo que amparé  viéndolos crecer...ahora ...ahora. ¡me voy a mi paraiso vegetal. Adiós!"

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