El Antropolito de Mercedes y la Tête de Amedeo Modigliani, Subastada en 43 millones de Euros.
*Antropolito de Mercedes y Tète de Modigliani.
...
Navegaba por la red cuando de repente una noticia atrajo subrepticiamente mi atención. Una escultura del italiano Amedeo Modigliani (1884-1920) fue subastada esta semana en 43 millones de euros. Una fortuna, aunque hace algunos meses atrás hubiese sido esa misma cifra más importante todavía… Pero no solo el consumismo que agita el mercantilismo de galerías y curadores alimentando los bienes del”conceptualismo” en el arte traficante, fue el factor del llamado motivante a este cybernauta. Es que la obra Tête - vaya uno a saber por cuáles circuitos activados de mis sinapsis- se transfirió al campo de la memoria de inmediato asociada al Antropolito de Mercedes.
¡Las aprecié tan parecidas en lo emocional y en sus perfiles tridimensionales!
Son notorias las diferencias entre sus creadores: por un lado un genial artista pintor y escultor europeo y cuasi contemporáneo, poseso de una de las bohemias más exacerbadas que recuerde la historia entre los creadores de bellezas y, por otro, el anónimo tótem de la cultura guayaná de los sambaquíes que depositaron en las cercanías de Mercedes, por el Bizcocho, hace alrededor de 3000 mil años una pieza antropomórfica única en la arqueología prehistórica del país, ahora en reciente custodia de la comuna sorianense. Sin embargo, cuán semejantes me parecieron los pruritos de enlaces sutiles venciendo códigos de dimensiones en apariencias diferenciales.
El antropolito tiene una sola certeza. Es hermoso en la resolución de su síntesis plástica.
Su curriculum vitae, por contrapartida, sólo puede escribirse en términos de hipótesis. ¿Era una divinidad? ¿Era un objeto sagrado a rituales "viajeros"? ¿Cómo llegó a las cercandanzas de Mercedes? ¿Vino en manos de sus propios autores o por intermedio de incipientes cadenas de permutas entre etnias?
Tête, en tanto, es hija natural del estilo de su paterno “Modi”- el seductor latino de mujeres hermosas, ancestro del surrealismo, multi drogadicto, cuerpo predilecto al acoso de enfermedades-al mostrar modelos de cuello largo, ojos como de mulatas del barrio Sur y Palermo de Montevideo, bocas pequeñas y sutilmente delineadas con grandes economías en los realismos del cincelado o pincelado morfológico.
Mercedes luchó por años para que el Antropolito estuviese en la legitimidad de su exhumado vientre, en la propia urbe capital de Soriano, luchando contra la idea macrocefálica que es mejor exponer los artes en las metrópolis. Esta vez se ganó la partida.
Modigliani, típico artista sin gloria en vida y condecorado por la posteridad que reconoció la excelsitud de su imagenería virtuosa, fue también admirador supremo de Isidore Ducasse, montevideano nacido en plena Guerra Grande (1846) en Montevideo, hijo diplomático de un cónsul francés, que luego volvió al terruño de su progenitor con algún retorno ocasional a su patria del natalicio. Ducasse tomó el seudónimo de Conde de Lautréamont y dejo una obra magna, satánica, cultivando el gusto por lo perverso, maligno y las formas del sadomasoquismo con pleno dominio del lenguaje, que la constituyó en libro de cabecera del raro Amedeo Modigliani que recitaba en los momentos de mayor excitación volátil poemas de “Los Cantos de Maldoror”, esto es, “los males de la aurora” del franco-uruguayo.
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Navegaba por la red cuando de repente una noticia atrajo subrepticiamente mi atención. Una escultura del italiano Amedeo Modigliani (1884-1920) fue subastada esta semana en 43 millones de euros. Una fortuna, aunque hace algunos meses atrás hubiese sido esa misma cifra más importante todavía… Pero no solo el consumismo que agita el mercantilismo de galerías y curadores alimentando los bienes del”conceptualismo” en el arte traficante, fue el factor del llamado motivante a este cybernauta. Es que la obra Tête - vaya uno a saber por cuáles circuitos activados de mis sinapsis- se transfirió al campo de la memoria de inmediato asociada al Antropolito de Mercedes.
¡Las aprecié tan parecidas en lo emocional y en sus perfiles tridimensionales!
Son notorias las diferencias entre sus creadores: por un lado un genial artista pintor y escultor europeo y cuasi contemporáneo, poseso de una de las bohemias más exacerbadas que recuerde la historia entre los creadores de bellezas y, por otro, el anónimo tótem de la cultura guayaná de los sambaquíes que depositaron en las cercanías de Mercedes, por el Bizcocho, hace alrededor de 3000 mil años una pieza antropomórfica única en la arqueología prehistórica del país, ahora en reciente custodia de la comuna sorianense. Sin embargo, cuán semejantes me parecieron los pruritos de enlaces sutiles venciendo códigos de dimensiones en apariencias diferenciales.
El antropolito tiene una sola certeza. Es hermoso en la resolución de su síntesis plástica.
Su curriculum vitae, por contrapartida, sólo puede escribirse en términos de hipótesis. ¿Era una divinidad? ¿Era un objeto sagrado a rituales "viajeros"? ¿Cómo llegó a las cercandanzas de Mercedes? ¿Vino en manos de sus propios autores o por intermedio de incipientes cadenas de permutas entre etnias?
Tête, en tanto, es hija natural del estilo de su paterno “Modi”- el seductor latino de mujeres hermosas, ancestro del surrealismo, multi drogadicto, cuerpo predilecto al acoso de enfermedades-al mostrar modelos de cuello largo, ojos como de mulatas del barrio Sur y Palermo de Montevideo, bocas pequeñas y sutilmente delineadas con grandes economías en los realismos del cincelado o pincelado morfológico.
Mercedes luchó por años para que el Antropolito estuviese en la legitimidad de su exhumado vientre, en la propia urbe capital de Soriano, luchando contra la idea macrocefálica que es mejor exponer los artes en las metrópolis. Esta vez se ganó la partida.
Modigliani, típico artista sin gloria en vida y condecorado por la posteridad que reconoció la excelsitud de su imagenería virtuosa, fue también admirador supremo de Isidore Ducasse, montevideano nacido en plena Guerra Grande (1846) en Montevideo, hijo diplomático de un cónsul francés, que luego volvió al terruño de su progenitor con algún retorno ocasional a su patria del natalicio. Ducasse tomó el seudónimo de Conde de Lautréamont y dejo una obra magna, satánica, cultivando el gusto por lo perverso, maligno y las formas del sadomasoquismo con pleno dominio del lenguaje, que la constituyó en libro de cabecera del raro Amedeo Modigliani que recitaba en los momentos de mayor excitación volátil poemas de “Los Cantos de Maldoror”, esto es, “los males de la aurora” del franco-uruguayo.
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