sábado, 6 de febrero de 2010

Horror al Vacío.


¡Adiòs , Charo! ¡Cómo te va por ahí abajo?












Le tengo horror al vacío. Al vacío, vacío; no al más apetitoso corte vacuno. Ni me animaba en los años mozos a tirarme del pequeño trampolín del Remeros Mercedes en el río Negro pues se me escurría la valentía.¡Y la muchachada de mi generación practicaba a las risas saltos ornamentales de cabeza desde el más alto que, para ellos, eran sencillísimos! Los más audaces bien que podrían haberlos ensayado en las clavadas de la mejicana Acapulco.
De noche -durante mis delirios oníricos- sueño el anticipo de la muerte ineludible como una caída en un enorme pozo que me succiona ingrávido , aunque experimentando en el descenso una cierta dulzura y tranquilidad plena. Dura poco el trauma, que despierto ipso facto y constato, más rápido que Gigghia por la punta del Maracaná, si estoy aquí o en el Hades.
Hoy los vi. Por el mediodía. En la zona costera de Montevideo de la Rambla M.Gandhi. Trepaban un edificio en quilla muy apto en su pared lateral para colocar estratégicamente carteles estáticos del moderno consumismo publicitario.
Los dos arácnidos – pues postergaban en la habilidad su homínida condición de bichos terrestres- y con los aprestos de las normas de seguridad, realizaban las maniobras de adecuación del nuevo mensaje trepando hasta los pisos superiores de la magna torre.
Yo nunca lo haría que de solo verlos casi que activo mi aparato del temblequeo medroso.
Claro que, por doquier, había almas gemelas que se detenían a observar las acrobacias laborales del dúo trapecista con la que subsidian su vida honrada mediante el pan de la mesa pobre.
Yo portaba mi Nikon y les tomé una foto. Los locos me divisaron saludándome estentòreamente. Hasta conversé pues a los gritos con ellos. Querían saber dónde se publicaría la instantánea. Si en El Pais de Madrid, Montevideo o en el New York Time. En los tres , les contesté piadoso en la chanza. (¡Pobres!...si supieran que apenas iba para la humilde Charada que muy bien lo oculté para que, por lo menos, conservaran la esperanza.)
¡Gozaban!
No obstante, trabajar en altura es requisito duro. Las estadísticas del SUNCA son tétricas.
Un error humano, una circunstancia aleatoria, la falla de un material…y todo se viene abajo. Y no hay posibilidad de despertarse como lo hago yo cuando sueño mi muerte.
¡Salud mis queridos compatriotas de los pisos cimeros! Los admiro. Aplaudo vuestra raza…pero no quisiera integrarla. Mis pies en la tierra; vuestro coraje... ¡ el volátil de Icaro y de Egeo !

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