Ni por Bigotes ni por Boquitas Pintadas: por Virtudes y Talentos.
Nací varón. Pero procedo de una mujer y de su vientre maternal. Y cargo genes masculinos que la fertilizaron,y femeninos por esa doble procedencia sexual.Soy, pues, un ser sexuado. Mi identidad de género se acompasó con lo que indicó la naturaleza, y la educación definió rasgos de sexualidad para no ser un sexista que en controversias ocasionales opte hoy por una orientación y mañana por otra, al tun tun... Ni homófobo, ni feminista, ni hermafrodita, ni medusa. Procuro portar el carruaje de los dos equinos sin que se dispare con predominio de uno, el caballo dionisíaco o su compañero apolíneo. Tomo las riendas con igual fuerza sobre la razón y sobre el afecto…cuando puedo. Sin santo grial de Códigos raros con Magdalena adelante o con el predominio del Jesús nazareno eclesial y misógino.
Lo aclaro pues así me siento mejor aspectado para decir que el Presidente socialista del Gobierno español, el reelecto Rodríguez Zapatero, con el cual no tengo afinidad ideológica en lo político, conformó su gabinete con predominio de señoras. Nueve en total. Y las eligió no porque haya una normativa en la Constitución realenga de España que aporte preceptos matemáticos sobre la distribución aritmética de los sexos ministeriales. Hizo prevalecer lo que consideró mejor, el criterio de la excelencia sobre el total de los súbditos–ciudadanos en disponibilidad, al margen de que usaron bigotes unos o boquitas pintadas otros.
En Uruguay hay un movimiento que quiere llevar adelante el criterio aritmético.
No me parece de estilo. La excelencia debe buscarse fuera del uso cotidiano de bombachas o de calzoncillos. Radica en el cerebro y su materia gris. Y en la Constitución Nacional que sólo reconoce prestigios discriminatorios en función específica de “talentos y de virtudes”. Ni ellos ni ellas, tienen sexo, esto es los talentos y las virtudes.
No veo, entonces, ni bien ni mal en la oportunidad la decisión de Rodríguez Zapatero, por más que ironice risueño Silvio Berlusconi, otra vez Jefe del Gobierno italiano el que calificó de “gabinete muy rosa” al de su colega ibérico.
Deseo en mi Uruguay que se aplauda a la Sra.Daisy, a la Sra. Marina y a la Sra.Julia, como antes a la Sra. Azucena, por sus éxitos gestionarios, como que haya pullas por sus eventuales fracasos políticos. No por el hecho de ser mujeres, sino por evaluaciones gubernamentales asexuadas, tal fuesen ángeles bendecidos o caídos según la ocasión.
Lo aclaro pues así me siento mejor aspectado para decir que el Presidente socialista del Gobierno español, el reelecto Rodríguez Zapatero, con el cual no tengo afinidad ideológica en lo político, conformó su gabinete con predominio de señoras. Nueve en total. Y las eligió no porque haya una normativa en la Constitución realenga de España que aporte preceptos matemáticos sobre la distribución aritmética de los sexos ministeriales. Hizo prevalecer lo que consideró mejor, el criterio de la excelencia sobre el total de los súbditos–ciudadanos en disponibilidad, al margen de que usaron bigotes unos o boquitas pintadas otros.
En Uruguay hay un movimiento que quiere llevar adelante el criterio aritmético.
No me parece de estilo. La excelencia debe buscarse fuera del uso cotidiano de bombachas o de calzoncillos. Radica en el cerebro y su materia gris. Y en la Constitución Nacional que sólo reconoce prestigios discriminatorios en función específica de “talentos y de virtudes”. Ni ellos ni ellas, tienen sexo, esto es los talentos y las virtudes.
No veo, entonces, ni bien ni mal en la oportunidad la decisión de Rodríguez Zapatero, por más que ironice risueño Silvio Berlusconi, otra vez Jefe del Gobierno italiano el que calificó de “gabinete muy rosa” al de su colega ibérico.
Deseo en mi Uruguay que se aplauda a la Sra.Daisy, a la Sra. Marina y a la Sra.Julia, como antes a la Sra. Azucena, por sus éxitos gestionarios, como que haya pullas por sus eventuales fracasos políticos. No por el hecho de ser mujeres, sino por evaluaciones gubernamentales asexuadas, tal fuesen ángeles bendecidos o caídos según la ocasión.
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