Brindo por Sonia , por Lucas y por la Vida…en Tiempos Coléricos.

Sonia Fernández y su Lucas>


Hoy es 2 de mayo: recibí de una amiga coterránea, ahora residente en Ibiza, España, un poema de su autoría que me había prometido.Hubo alegría en mi corazón.
Mañana es 3 de mayo y la fecha ya me recuerda, inmediatamente, la testimonial obra española y universal de Paco Goya, “Los Fusilamientos”, un poema pictórico que denuncia los horrores de la guerra y de la muerte.
Versos de Sonia Raquel Fernández de Real, Sonia, que como tantos compatriotas conforman la patria peregrina. Viven y sueñan allá .Sueñan y viven aquí sus nostalgias. Su canto es, no podía ser de otra manera, a la Vida cuando la existencia personal y en pareja de amor, recibe en los albores del Otoño nupcial la gracia de la mas bella flor, la de la nacencia de un nieto, merced que es la implosión de una nueva primavera que llena de fragancias y vitalidades sublimes a padres y…¡a abuelos!

.                                            A Lucas

                                      Naciste un día de abril
                                       Con la tibieza del otoño
                                       Y en ti vi mi retoño
                                       La dulzura y el amor.
                                       Mamá con gran valentía
                                       Te dio a luz la tardecita
                                       Y cuado vi tu carita
                                       Fue una dulce sensación
                                       De haber entrado en el cielo
                                       A cortar del jardín una flor.
                                                          ...
La  vida lleva implícita la muerte pero aquella se aleja y deja frutos perennes para que el dualismo del ciclo no ciña a nadie oropeles de victorias.
Sonia Fernández brindaba por la Vida.
Goya proclamaba con pinceles vibrantes la protesta cuando la Muerte no es conclusión pactada, sino infamia, cuando calza uniforme de guerras irracionales que son “monstruo grande que pisa fuerte toda la pura inocencia de la gente”, asentía León Giecco.
Mirad al fusilado de la camisa blanca, iluminado de encandilante halo mágico; y en las penumbras, la humanidad ciega, anónima, de los fusileros…a pesar que las identidades de los responsables se identifiquen y se conozcan que ellos están muy lejos del lugar de hecatombes y maldades con sus pérfidas maquinaciones del horror.