La Tercera Profecía de Fátima

A 13 de mayo de 1917 en Coba de Iría, Portugal, en su advocación  de Virgen de Fátima desde entonces, se presentó María a tres pastorcitos que cumplián su bucólica misión junto a la sombra de una encina.
 Dejó para los pequeños  tres profecías que fueron derivadas al Papado.
Hasta hace muy poco vivía aún en hortus conclusus (no sé si acaso falleció) , ya muy anciana, una niña del trío que vivió la  experiencia mística.
Una profecía adelantaba la II Guerra Mundial, que ya estaba en desarrollo la Primera.
Otra, la caída de la URSS.
Y la tercera -que había quedado silenciada con cónclave- se vincularía a los riesgos pecaminosos que afectarían a la Iglesia por la pederastia de algunos de sus ministros, degenerados violadores de inocentes. Entre la proximidad de un nuevo 13 de mayo y los escándalos de la conducta infame de sacerdotes hacia menores, más la condición de niños de quienes vieron el gran resplandor inmaculado de María, y el plus auto acusador de ciertas precisiones actuales del Vaticano -que incluyen un pedido corporativa de perdón- toma cuerpo cuál era esa postergada profecía en tomar estado público.