martes, 21 de abril de 2015

La Sentencia del Brulote


Alfredo Saez

Poco para poema; exiguo para prosa.Nada de literaturalidad. Mas bien un juntadero de anárquicos fonemas...que se expone, solamente, a la decodificación del benigno y masoquista lector de esta red social. Sobrevuela el plagio en el constructo: rapiña a Serrat en su "Fiesta" de alegrìas y de miserias en lo mas alto de la cuesta del pueblito catalán. Al Dr.Hontou (hijo) con su notable definición de lo que es la "democracia torera" , esa misma que tanto  nos afecta y duele. Y un poquitín- de pura verguenza- que me atribuyo:intentar batir señales que se trata del Uruguay de estos días....de jolgorios de muchos parroquianos cívicos.He aqui, también, estos versos maldichos:

La Sentencia del brulote-


LA SENTENCIA DEL BRULOTE
Los pobres de Soriano  ya no tienen salvatajes  

Acribillados son los orgasmos del pálido nacer 
Copulando escrutinios  de brillantes malevajes
Que  prosperan  las alcurnias del  cómodo Poder.
 Canta sapiente  el catalán Joan Manoel
Fiesta en  la Cuesta, cantares  del rico y el villano
Y mordedura  sigilosa con benditas Listas de papel:
 Al final, solo uno sobrevive,  libre  y ¡ amo!
Ocluidas quedaron las esperanzas de  mayo
Resuelta ya la porfía  del anticipado  barullo
 Brinca feliz su adhesión el alienado lacayo
Menesteroso  saborea su  mendrugo de ossobuco.
¡Todo está bien!...Imperial Orden del Brulote
En nuestra trèmula  democracia torera
Toro tonto en la danza  tramoya, colorado el capote
¡Qué el oculto torero le  entierra,  feroz la farinera!

                                                                        a.s.s.


El Toro-Pueblo ( imagen muy del comunista Picasso) 
es un pobre nabo (¿nabo? ah! sí....hortaliza de la
 dieta de muchos uruguayos que se la tragaron
 tantos con torpe fruición
). Le muestran al pobre
 bovino la mentira del capote rojo y se
 va hacia ella, ciego, sin ver quién
 es su real enemigo.Cae en la triquiñuela
 del prestidigitador circense.Pan y circo.
Mas circo que pan.

Después que lo embaucaron al Toro-Pueblo
 con la irrealidad del capote, llegó la hora
de esquilmarlo.Le clavan en el cerviz el artero
 tajo al penitente desangrado, de antes, durante
 y despues por la faena del hombre del
 "traje de luces".Del Iluminado diestro,
 tantas veces zurdo.

Y así queda el Toro-Pueblo mientras los demócratas
de las gradas aplauden, también
 enceguecidos, sacando pañuelos al viento para
 que, todavía, post mortem,
  arranquen las orejas, gloria infame en tributo
premial y vil  al depredador de la Vida.

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