Ojalá que con la disposición legal ahora en no
siempre confiables manos
macrocefálicas de Montevideo, se evite que la
influencia fabril de una aceitera a instalarse no altere la
integralidad del paisaje eco eto cultural afectivo de la
histórica Playa de la Agraciada.
Se estaría en trance de conseguir una solución eventual y
conciliable entre el factor productivo y el sentimental del
colectivismo patriótico, sin menoscabos para nadie.
¡Es posible!
Los ediles de la corporativa Junta Departamental de
Soriano, en un transfuguismo de claras connotaciones
ponciopilatescas, abjuraron de su responsabilidad política
e histórica y no tomaron posición, pasando el expediente a
otra fuente decisoria siendo que la propia era y es por
mandato constitucional primaria e ineludible, principio
de competencia y jerarquía.
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