sábado, 24 de abril de 2010

...y en el Principio fue el Árbol...Gracias! Don Antonio Lussich.

Años que conocía de su existencia, pero años llevó llegar al Arboretum Lussich en Maldonado para regalarme la visita que me debía.Y fue en el patrio 19 de abril anterior de este 2010. Corrí con un gran atraso en el rezago de conocimientos que me privé por algún grado de indolencia o, quizás, por el embrujo que nuestra zona esteña del Uruguay promueve hacia cuestiones de estilos más hedónicos en la contemplación y uso de su habitat y paisaje urbano, solar y acuático, tan atrapantes todos ellos. Hacia esos sitios había dirigdo antes mis pasos  con precedencias...

* Dendrocronología: En cada anillo un año, que guarda en la memoria vegetal, las peripecias del árbol e hitos de su propio habitat edáfico, y cultural  de la sociedad humana que lo compartió.

 
* La Casona de don Antonio Lussich


La comuna de Maldonado sintetiza la historia de esa notable reserva natural y pedagógica mundial de árboles y arbustos:
-“En el año 1755 llegó a nuestro país un grupo de inmigrantes, los que por orden del gobernador Viana debían ocupar las tierras de la zona conocida como La Ballena.
En 1868 las tierras pasaron al General F. Acosta quien las denunció con el fin de forestarlas, al fallecer pasan a manos de su esposa, Norberta Regules, quien las transfiere a Luis Sivori, éste a Ramón Alvarez y éste, el 5 de octubre de 1896, se las vende a Antonio Lussich, quien había visto la zona por primera vez pocos días antes, a raíz de una excursión que realizara a Punta del Este con Samuel Blixen, Arturo Brizuela y otros notables de la época.
El territorio adquirido fue de 1800 hectáreas, que se extendían desde el Arroyo el Potrero a la Sierra de la Ballena y del Río de la Plata a la Laguna del Sauce, con un paisaje muy diferente al que hoy conocemos, ya que en aquel entonces existían sólo rocas y dunas de arena.
Al año siguiente comenzaron los trabajos de forestación que tuvieron en su impulsor, Don Antonio, dos perfiles bien definidos: por un lado forestar la sierra, tratando de detener los vientos huracanados, obra ésta, para su época, titánica, y por otro, una vez formado el bosque, poblarlo con pájaros.
Para ello compró plantas y árboles de todas las regiones del mundo, y próximo a la casona que fuera su residencia, construyó sombráculos donde observaba el comportamiento de las plantas y pajareras que oficiaban de cuarentena para aquellas aves traídas de los lugares más lejanos.
La parte Este de la sierra, al abrigo de los vientos más fuertes del suroeste, fue la elegida para la preparación de almácigos y vivero, parte del parque hoy denominada “Quinta Nueva”. Una vez germinadas y con cierto desarrollo, las plantas eran llevadas por millares al otro lado de la sierra, ésta sin resguardo.
Eran plantadas en plena tierra; en los bañados, previa construcción de montículos de tierra, o al voleo, en pleno cerro, o abriendo pozos en las rocas. Los primeros en ser plantados fueron Tamarix, Pinos Marítimos, Eucalyptus y la Acacia Trinervis para luchar contra el viento y la arena. Después se introdujeron durante 30 años las especies más diversas, siendo el asombro de Técnicos Forestales de la categoría de Thays y Carrasco y recibiendo elogios de cuanto personaje visitaba este lugar.
En diciembre de 1979, 182 hectáreas pasan a manos de la Intendencia Municipal de Maldonado, que luego de ser reacondicionadas, son abiertas al público.
En el año 1990 se agregan otras más hasta las 192 hectáreas que actualmente tiene el Parque.
Según los relevamientos realizados en 106 hectáreas por la Facultad de Agronomía, (3 tesis para obtener el título de Ingeniero Agrónomo) el Arboretum cuenta con 400 especies exóticas y 70 autóctonas, entre árboles y arbustos”.(I.M.Maldonado)
...
En la notable floresta, aire límpido y tranquilidad apacible con gorjeos alados, uno queda más predispuesto a meditar.Y lo primero que le conmueve es la visión precognitiva de un hombre, de ancestros croatas, pero uruguayo, que transformó a principios del siglo anterior un páramo desolado de médanos y formaciones rocosas junto al mar, en una paciente explosión de vida verde y maderera, tributo generoso hacia las generaciones posteriores.
Acostumbrados en exageraciones culposas, cuando no dolosas, al imperio de resolver con celeridades el hoy, ponemos en interdicción el futuro sin pagar el peaje que le debemos al porvenir. Así, existe la pereza de la espera, no en vano pecado capital…que la codicia inmediata nos enchaleca de inmediatez, tantas veces pérfida.
Tan enorme es el parque que apenas pude pestañar las maravillas de la silvicultura.
Pudo ver un cedro del Himalaya, igual al que planté en mi hogar de Mercedes, con sus piñas, que el mío aún no le ha llegado el tiempo, pese a que es  notoriamente alto y de impresionante fuste con respecto al que encontré en el arboretum. Pero una lección me dio el esmirriado cedro maldonadense. La vida lo ha castigado pues arraigó en un lugar de hostilidades edáficas y vientos perversos. Debió apresurarse en
 dejar descendencia…como esa flacuchentas madres prolíficas de barrios pobres que, siendo casi niñas, parecen ancianas.
Por fin pude ver una aruera, árbol pequeño, o gran arbusto, según se quiera, que para el paisano nuestro es una suerte de maldición en el bosque serrano. Produce en alguna personas serias reacciones alérgicas debidos a efluvios de su alma cargosa, defensivos  para sí. Tan chiquito…pero está dicho, no hay enemigo pequeño.
El arboretum es una conferencia internacional de tallos y ramajes, conviviendo en sustentabilidad como todavía no lo ha podido hacer la especie humana.
En el techado Museo xilográfico, pude constatar en la realidad- no en la hasta entonces mía que era meramente libresca- los principios prácticos en que se basa la dendrocronología,” la ciencia que se ocupa de la datación exacta de los anillos de crecimiento de las plantas arbóreas y arbustivas leñosas, basada en el patrón de crecimiento de anillos, analizando patrones espaciales y temporales de procesos biológicos, físicos o culturales”.
Pude apreciar en un corte circular del tronco, los anillos de un cedro y anotar cómo la sumatoria determina la edad del espécimen. En cada anillo,el leño presenta una parte más clara que corresponde al crecimiento del ciclo primavera- verano. En tanto uno más oscuro y de menor calibre refiere al del otoño- invierno. Pero además - y como canta el trovador León Giecco- se afirma la sabia intuición que “todo está escrito en la memoria” ¡hasta en la de los árboles! Los anillos son menos ampulosos en años de sequías, de incendios o de otras peripecias provocadas por la naturaleza o por el hombre.
Cuando abandoné admirado el lugar dejé en el Libro de Visitas mi opinión:
- “Cuando los homínidos dejaron el habitat de los árboles, nació el homo sapiens. Por eso en el principio... ¡fue el árbol!  Gracias, don Antonio Lussich!”

1 comentario:

Alfredo Saez Santos (Charo) dijo...

Este Comentario me lo remitió a mi estado en facebook, el amigo Ing.Bruno Vuan Lockhart,lo que mucho agradezco.a.s.s.
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Bruno Vuan: El arboretum tiene los ejemplares de eucalipto más hermosos de Uruguay. Curiosamente en la Patagonia han encontrado fósiles de eucalipto, señal que este compañero australiano de nuestros rumiantes europeos no es exótico, es un hijo pródigo. Que encima, con las vacas y un poroto chino, es la base de una nueva era de prosperidad por estos pagos.
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