Satanás y Mammón y el Mal de Ojo.
Cristalino (1) Cataratas (2)
Hoy escuché en la F.M. M 24, radio de Montevideo, media mañana de hoy, un reportaje a Yanira Vega. Nunca había sentido su nombre. Se dijo ser una integrante de una Asociación Civil que respalda la gestión de la defensoría del consumidor, esa institución de fines asaz nobles y alcances muy acotados.
Es que, por lo menos en las transacciones chicas de la cotidianeidad, siguen pasando gato por liebre. Precios que empiezan con números enteros, pero terminan en centésimos decimales con un increíble y pretendidamente persuasivo 99. Precios interesantes en un cartel ferial de verduras que atrapan de economicismo y, tras la compra, se da cuenta el incauto cliente que con signos chiquitos aparecía muy esmirriado símbolo en letras góticas de “medio quilo”. Ya con envoltura la mercadería, el desengañado se da cuenta que “cayó” pisándose el palito y que es tarde para reclamar y tiempo de resignarse para no caer en la bobera alguna otra vez.
Ciertas tarifas oficiales siempre guiadas por el “pague primero y proteste después” cuado el caño exterior del fluido estaba roto desparramando contenidos fuera de su hogar y no como responsabilidad de su consumo familiar. Subas de combustibles compradas al exterior a tantos dólares el barril los que se suben cuando se opera nuevo alza aunque hayan antiguos estoques en la refinería. Siempre existirá esta excusa salvadora:”Subimos porque al reponer se pagará más caro”.
Obviamente que deben existir más rapaces ingenierías del más alto volumen, tan perfectas que por ahora pasan relativamente desapercibidas o impunes. Dejemos, por invalidez de conocerlas, que se descubran y se castiguen en su oportunidad...
Entre el aquelarre tumultuoso de tanta propaganda política reciente a raíz de las recientes Primarias partidarias ,el gobierno, exultante con razones que merecen aplausos y con responsable resignación complementaria de la la oposición, se venteó y con justa razón las operaciones de cataratas en Cuba, o las de oftalmólogos cubanos aquí practicadas, que salvaron de la oscuridad a tantos compatriotas, condenados irremediablemente al mal ocular. Fue entonces que, retomando el relato inicial, se sintió fuerte y combativa la denuncia de la Sra.Vega.
Señaló caminos para seguir luchando en pos de conceder la gracia de la luz a los enfermos de la visión por una enfermedad que, se sabe, perfectamente curable, sin actos médicos que sean muy complejos para la ciencia actual ni menos con honorarios profesionales tan cimeros que escapan a las posibilidades de la mayoría de la población…ciega.
Y además agregó la descripción de un maleficio que provocaría un infarto a la memoriosa sensibilidad de Hipócrates, el gran médico icono de la ética medicinal.
Expresó Vega que en la Facultad de Medicina de la ROU existe un conciliábulo de galenos que utilizan sus jerarquías para imposibilitar -con perversidades “políticamente correctas”- el acceso a los post grados en oftalmología, salvo que se trate de sus hijos o familiares, cuestión de mantener el negocio plutocrático sin molestos competidores de luciferinas tarifas magnas.
Satanás y Mammón los ojeó.
Hoy escuché en la F.M. M 24, radio de Montevideo, media mañana de hoy, un reportaje a Yanira Vega. Nunca había sentido su nombre. Se dijo ser una integrante de una Asociación Civil que respalda la gestión de la defensoría del consumidor, esa institución de fines asaz nobles y alcances muy acotados.
Es que, por lo menos en las transacciones chicas de la cotidianeidad, siguen pasando gato por liebre. Precios que empiezan con números enteros, pero terminan en centésimos decimales con un increíble y pretendidamente persuasivo 99. Precios interesantes en un cartel ferial de verduras que atrapan de economicismo y, tras la compra, se da cuenta el incauto cliente que con signos chiquitos aparecía muy esmirriado símbolo en letras góticas de “medio quilo”. Ya con envoltura la mercadería, el desengañado se da cuenta que “cayó” pisándose el palito y que es tarde para reclamar y tiempo de resignarse para no caer en la bobera alguna otra vez.
Ciertas tarifas oficiales siempre guiadas por el “pague primero y proteste después” cuado el caño exterior del fluido estaba roto desparramando contenidos fuera de su hogar y no como responsabilidad de su consumo familiar. Subas de combustibles compradas al exterior a tantos dólares el barril los que se suben cuando se opera nuevo alza aunque hayan antiguos estoques en la refinería. Siempre existirá esta excusa salvadora:”Subimos porque al reponer se pagará más caro”.
Obviamente que deben existir más rapaces ingenierías del más alto volumen, tan perfectas que por ahora pasan relativamente desapercibidas o impunes. Dejemos, por invalidez de conocerlas, que se descubran y se castiguen en su oportunidad...
Entre el aquelarre tumultuoso de tanta propaganda política reciente a raíz de las recientes Primarias partidarias ,el gobierno, exultante con razones que merecen aplausos y con responsable resignación complementaria de la la oposición, se venteó y con justa razón las operaciones de cataratas en Cuba, o las de oftalmólogos cubanos aquí practicadas, que salvaron de la oscuridad a tantos compatriotas, condenados irremediablemente al mal ocular. Fue entonces que, retomando el relato inicial, se sintió fuerte y combativa la denuncia de la Sra.Vega.
Señaló caminos para seguir luchando en pos de conceder la gracia de la luz a los enfermos de la visión por una enfermedad que, se sabe, perfectamente curable, sin actos médicos que sean muy complejos para la ciencia actual ni menos con honorarios profesionales tan cimeros que escapan a las posibilidades de la mayoría de la población…ciega.
Y además agregó la descripción de un maleficio que provocaría un infarto a la memoriosa sensibilidad de Hipócrates, el gran médico icono de la ética medicinal.
Expresó Vega que en la Facultad de Medicina de la ROU existe un conciliábulo de galenos que utilizan sus jerarquías para imposibilitar -con perversidades “políticamente correctas”- el acceso a los post grados en oftalmología, salvo que se trate de sus hijos o familiares, cuestión de mantener el negocio plutocrático sin molestos competidores de luciferinas tarifas magnas.
Satanás y Mammón los ojeó.
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