SAN JOSÉ DE MAYO,BIENHECHOR DEL URUGUAY
La grande historia del Uruguay es la historia de los José. Con ellos se memoriza el siglo XIX y el XX, lamentándose que don Juan José de Herrera no le hubiese puesto su segundo nombre al hijo Luis Alberto…para darle perfección de formato cuadrilátero a nuestra charada de la fecha.
Aguardamos también que en el siglo XXI -que recién gatea su desarrollo infantil- un cofrade de los josefinos pueda ilustrar nuestro destino nacional como así ocurrió con sus tocayos precedentes…si acaso por entonces seguimos siendo nación en estos tiempos de acechanzas imperiales y con dudosos Parlamentos Internacionales de sede montevideana.
El Siglo XIX tiene la impronta y la simbología del legado de don José Artigas y de don José Pedro Varela.Americanismo nacionalista, y educación popular, respectivamente.
El XX de don José Batlle y Ordóñez y de don José Nasazzi,estado liberal y solidario por un lado; y altiva recreación de la autoestima colectiva por otro.
Nos está faltando un José Artigas para reunificarnos en un Exodo hacia la esperanza y un Ayuí de la reunificación dentro de supremas peripecias. Justicia de igualdad republicana para que desaparezcan los abundantes infelices mediante el sagrado culto de trabajar en el “rancho propio con dos corrales”.Reformas aduaneras serias para no vivir de los préstamos que conceden los fabricantes de la riqueza con su trabajo rendidor mientras el nuestro se afiebra por alejarse del pleno empleo. Todo eso fue el Pepe Artigas. ¡Y mucho más!
José Pedro Varela no tuvo timideces y pactó con el Coronel y entre ambos modernizaron el país feudal y atrasado que tuvo amnesia de artiguismo. Este a los palos con los díscolos; él con heroicas maestras desparramadas por todos los pueblos y pagos. Supimos leer antes que la Revolución Maquinista nos obligara a ser leyentes, pre adelantándola para entrar reciamente en el siglo XX.¡Bravo,Pepe, sembrador de abecedarios como canta hoy tu colega de Treinta y Tres!
Don Josè Batlle y Ordoñez apadrinó la social democracia en un ensayo que fue fructuoso al país, próspero, feliz, seguro de su destino. No fue su culpa que el modelo se haya agotado en las transiciones planetarias hacia otros esquemas . Tuvo la fortuna de encontrar los honorables contrapesos de su compulsiva exageración en próceres nacionalistas que no se llamaban José pero que co-asentaron las bases de la democracia política, haciendo revoluciones no por el poder en si mismo sino para implantar el imperium de las libertades públicas con el votos secreto y la representación proporcional, cuestión de dar oportunidades a mayorías y minorías.
El otro gran homónimo de don Pepe fue don José Nasazzi. Héroe y sublimado imago del fútbol uruguayo, capitán del Campeón de América y del Mundo.Eximia demostración cultural a través de la expresión lúdica de un pueblo que se sentía fuerte y seguro de sí. Concientes fuimos de nuestra honorable pequeñez, estímulo preclaro para asumir y conquistar metas de grandeza. Eso significaba el fútbol en el universo integral de la uruguayeneidad. Cuando ya no hubo Copas, vinieron las lágrimas de nuestra mendicidad y mediocridad.
Otros“Pepe”quisieron sumarse salvadores a la fila de los tocayos, pero equivocaron el instrumento y trajeron funestos males,aún sin resolver .También sabidurías truchas de dichos jocosos pero sin nobilite, cuya paráfrasis es "snob", conducta especialmente presente ante enjambres de micrófonos y cámaras cholulas.
José es el Padre por antonomasia.Pero José ,según así lo creen muchos, era Padre Putativo del nazareno; no lo era biológicamente sino que lo figuraba por la legitimidad de sagrados vínculos. Al lado del nombre José se escribían, aclaratorias y sintetizadas, las iniciales P(adre) P(utativo). O sea PP. O sea Pepe. José es Pepe para siempre.Los de ayer.Los de hoy. Los de mañana.
Cuando, dicen, que han muerto las ideologías entre la caída del Muro de Berlín , los bombardeos de Bagdad, y entre las muy nuestras y cercanas falsías de presentarlas como camino de perfección y de bondades institucionales- para terminar siendo cínicas tretas de engañosas patas cortas- hay que volver a pensar en el Hombre. Homo Dei. En el PP, en el Pepe, en el Padre Putativo.
Siglo XXI:¡Traed al Uruguay, otra vez, un nuevo y grande Don José! Lo merecemos…que ya hemos sufrido mucho pese a la bondad de los más y la criminal insensibilidad pecaminosa de los menos.
Aguardamos también que en el siglo XXI -que recién gatea su desarrollo infantil- un cofrade de los josefinos pueda ilustrar nuestro destino nacional como así ocurrió con sus tocayos precedentes…si acaso por entonces seguimos siendo nación en estos tiempos de acechanzas imperiales y con dudosos Parlamentos Internacionales de sede montevideana.
El Siglo XIX tiene la impronta y la simbología del legado de don José Artigas y de don José Pedro Varela.Americanismo nacionalista, y educación popular, respectivamente.
El XX de don José Batlle y Ordóñez y de don José Nasazzi,estado liberal y solidario por un lado; y altiva recreación de la autoestima colectiva por otro.
Nos está faltando un José Artigas para reunificarnos en un Exodo hacia la esperanza y un Ayuí de la reunificación dentro de supremas peripecias. Justicia de igualdad republicana para que desaparezcan los abundantes infelices mediante el sagrado culto de trabajar en el “rancho propio con dos corrales”.Reformas aduaneras serias para no vivir de los préstamos que conceden los fabricantes de la riqueza con su trabajo rendidor mientras el nuestro se afiebra por alejarse del pleno empleo. Todo eso fue el Pepe Artigas. ¡Y mucho más!
José Pedro Varela no tuvo timideces y pactó con el Coronel y entre ambos modernizaron el país feudal y atrasado que tuvo amnesia de artiguismo. Este a los palos con los díscolos; él con heroicas maestras desparramadas por todos los pueblos y pagos. Supimos leer antes que la Revolución Maquinista nos obligara a ser leyentes, pre adelantándola para entrar reciamente en el siglo XX.¡Bravo,Pepe, sembrador de abecedarios como canta hoy tu colega de Treinta y Tres!
Don Josè Batlle y Ordoñez apadrinó la social democracia en un ensayo que fue fructuoso al país, próspero, feliz, seguro de su destino. No fue su culpa que el modelo se haya agotado en las transiciones planetarias hacia otros esquemas . Tuvo la fortuna de encontrar los honorables contrapesos de su compulsiva exageración en próceres nacionalistas que no se llamaban José pero que co-asentaron las bases de la democracia política, haciendo revoluciones no por el poder en si mismo sino para implantar el imperium de las libertades públicas con el votos secreto y la representación proporcional, cuestión de dar oportunidades a mayorías y minorías.
El otro gran homónimo de don Pepe fue don José Nasazzi. Héroe y sublimado imago del fútbol uruguayo, capitán del Campeón de América y del Mundo.Eximia demostración cultural a través de la expresión lúdica de un pueblo que se sentía fuerte y seguro de sí. Concientes fuimos de nuestra honorable pequeñez, estímulo preclaro para asumir y conquistar metas de grandeza. Eso significaba el fútbol en el universo integral de la uruguayeneidad. Cuando ya no hubo Copas, vinieron las lágrimas de nuestra mendicidad y mediocridad.
Otros“Pepe”quisieron sumarse salvadores a la fila de los tocayos, pero equivocaron el instrumento y trajeron funestos males,aún sin resolver .También sabidurías truchas de dichos jocosos pero sin nobilite, cuya paráfrasis es "snob", conducta especialmente presente ante enjambres de micrófonos y cámaras cholulas.
José es el Padre por antonomasia.Pero José ,según así lo creen muchos, era Padre Putativo del nazareno; no lo era biológicamente sino que lo figuraba por la legitimidad de sagrados vínculos. Al lado del nombre José se escribían, aclaratorias y sintetizadas, las iniciales P(adre) P(utativo). O sea PP. O sea Pepe. José es Pepe para siempre.Los de ayer.Los de hoy. Los de mañana.
Cuando, dicen, que han muerto las ideologías entre la caída del Muro de Berlín , los bombardeos de Bagdad, y entre las muy nuestras y cercanas falsías de presentarlas como camino de perfección y de bondades institucionales- para terminar siendo cínicas tretas de engañosas patas cortas- hay que volver a pensar en el Hombre. Homo Dei. En el PP, en el Pepe, en el Padre Putativo.
Siglo XXI:¡Traed al Uruguay, otra vez, un nuevo y grande Don José! Lo merecemos…que ya hemos sufrido mucho pese a la bondad de los más y la criminal insensibilidad pecaminosa de los menos.
2 comentarios:
Querido Profesor: A propósito de esta nota suya, como siempre interesante y original, deseo aportar la mención de otros personajes llamados José que, en mayor o menor medida, hicieron su contribución en distintos campos del quehacer nacional. En primer lugar, el más grande de todos, a mi entender: José Enrique Rodó. Otros que bien podrían integrar la memorable lista serían Juan José de Amézaga y José Serrato (al menos sendas calles montevideanas les rinden homenaje). Y ya que usted cita al Mariscal y recordado capitán del 30, bien podríamos también incluir a otro casi legendario integrante de aquella formidable máquina celeste que ganó dos juegos olímpicos y el primer mundial de fútbol: José Leandro Andrade, "la merveille noire" que enloqueció al público francés en Colombes. QUIQUE
De acuerdo en complementación, entrañable Quique, José Enrique Lecaille Pacheco, coterràneo y amigo.
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