lunes, 26 de febrero de 2018

Carta a Lili.

Esta mañana llevé a la parte menuda de mi familia a Plaza Gral.Líber Seregni para que conociera el lugar y se esparcieron los pequeños en la cálida y diáfana mañana, tan umbría y afectuosa allí, por la calle Eduardo Víctor Haedo,el inolvidable mercedario.Y aproveché, a tono con la edad de los discípulos, de hablarles algo del gigante homenajeado.Muy poco en verdad por ahora...que ya tendrán su propio tiempo para profundizar en vida o y obra del Hombre del Consenso, actitud del sentimiento que tanto nos falta hoy a los uruguayos en las duras peripecias de nuestros días grises... pese a que rían histriónicas caras embadurnadas, cosmetológicos colorines de sonrientes tablados cupleteros y canoros.

El General se identificó con un ombú en su amorosa
 y filosófica epístola carcelar , árbol para algunos, hierba
para otros, fuerte para todos:

-"Me troncharon e hirieron ramas que dejaron cicatrices..
pero a pesar de cada herida,vivo y sigo.Siempre".

expresa en la broncínea Carta a su Lili.

La plaza tiene una notoria concepción paisajistica
para recepcionar multitudes y sombráculos vegetales.
Mientras uno de estos arlequines-sin el traje de fiesta-toma
 su turno de aprestamiento, los demás juglares cultiva la mensajería
cibernética en sus celulares de ultima generación
 junto con la compañía de un perro fiel y amigo.

¿Cuál será el contenido de esos what sapp?
 Pero después de todo ¡qué me importa!
 (...o, por lo menos, no debería importarme!..
si todos tienen su propia elección existencial...)

Ada recorre con Maca la Plaza que el canicular
 sol de Febo comienza a caer a pique en el ya
 cruel mediodía . Es ho
ra de la pausa festiva.
De la mesa.De la siesta hispánica.

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