-El Miedo-
No eran nocturnales ni repetidos sus hastíos/
ante el tenaz encierro en la tosca clínica burbuja/
que el tiempo lerdo transcurría sin escalofríos,/
apenas presente la punzante terapia de la aguja.
Pero el Miedo tiritante atrapó las blandas partituras/ un supremo gran señor, rector del talante que prohibe/ ahogando la vivaz expansión de las francas corduras,/ malla corsé, rígido decreto absolutista, atroz nos inhibe.
De dónde se extraerán espontáneas y valientes audacias,/ cuando furia medrosa castiga inclemente la masiva salud:/ vituperable no responder con la altivez de la proba actitud.
¿Las respuestas probables? azuzar embestidas paisanas,/ con destrezas genéticas, mutaciones y experiencias lejanas,/ sagas resucitantes de temple varonil, coraje de las Gracias.
Pero el Miedo tiritante atrapó las blandas partituras/ un supremo gran señor, rector del talante que prohibe/ ahogando la vivaz expansión de las francas corduras,/ malla corsé, rígido decreto absolutista, atroz nos inhibe.
De dónde se extraerán espontáneas y valientes audacias,/ cuando furia medrosa castiga inclemente la masiva salud:/ vituperable no responder con la altivez de la proba actitud.
¿Las respuestas probables? azuzar embestidas paisanas,/ con destrezas genéticas, mutaciones y experiencias lejanas,/ sagas resucitantes de temple varonil, coraje de las Gracias.
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