El Andén.
El Andén
Alegría en
alta frecuencia
me aguardaba
desde ayer
y en el
andén de la paciencia
dulce
espera, cuerpo de mujer.
Solitario
hastío parecía culminar
resguardo de relojes sin agujas
inútil
quietud del bulevar
cónclave
mayor de mis brujas.
De pronto,
un tren de pasajeros
larga fila
de peatones
cada cual
con sus aperos,
multitud de
ojos marrones.
¡Sorpresa! avanza
un faro celeste
que ilumina
la antigua soledad.
Ella viene
por el Este…
y el corazón
sistolea mi felicidad.
a.s.s.
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