No sabia que era tan dificl de levantar -y costoso en dinero- un gallinero campestre pese a la precariedad de ciertos materiales, el uso de herramientos domésticas, bastante de fuerza fisica y algo de las destrezas del conocimiento rutinario.
Pero allì va.Cuando con la peonada amiga decaemos en el esfuerzo, nos motivamos con la razón de la erecciòn:Disfrutar de ricas pechugas y huevos fritos en omelettes.O con papas fritas, ese manjar criollo.Y qué no decir de bizcochuelos bien amarillos.
Creo que antes de Navidad estará terminado.En fin...no se resigna quien no quiere.
Los
zorros silvestres nos tienen preocupados que ya no se nos llevaron unas batarazas que iban a ser las fundacionales del gallinerío.
Cazamos dos.Pero dos se nos escaparon rompiendo la jaula en un caso y, en otro, yèndose escarbando por el piso tras romper varillas y alambres.
Inteligente y fuertes los felinos, émulos de
Juan el Zorro el personaje inolvidable de Don
Paco Espínola que para nuestra preocupacion andan por aquì, cerca de los pagos del espléndido Escritor josefino.
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