A 125 AÑOS DEL MAYOR TERREMOTO DEL URUGUAY.
El 05 de junio de 1886, época del ya decadente Militarismo del siglo XIX, presidencia entonces del gral. Máximo Tajes, Montevideo se vio sacudida por un terremoto que podría haber alcanzado en la escala de Richter un cinco.Han pasado de aquello 125 años y la memoria popular archivó ese expediente mnemotécnico que a los contemporáneos tanto y mucho asustó .
Puede sorprender que se recuerde un terremoto en un pais donde vulgarmente constituye saber asumido que no pueden existir tal tipo de funestos cataclismos geológicos.
No es así. Pueden darse en cualquier parte del mundo aunque algunas son muy especialmente vulnerables.
Un terremoto es una sacudida del terreno que desgarra la superficie visible del lugar y provoca los conocidos fenómenos de destrucción vital si de paisaje habitado se trata.
Muchas pueden ser las causas. Entre las más frecuentes pueden detallarse los desplazamientos y choques de las placas tectónicas que estructuran el planeta. A su interior tiene la Tierra un gran dinamismo móvil cuando se rompen alternados estados de relativa quietud sismológica.
Otras causas se vinculan a la erupción de un volcán que arma desparramo subterráneo con duros latigazos en la superficie.
El hundimiento de cavidades subterráneas es otro factor desencadenante de un seísmo.
Sea el vector que sea, se produce como consecuencia funesta e ineludible -podrán variar los registros de intensidad de la furia, pero no la furia en sí misma- , una tremenda descarga de energía en el afán de la naturaleza de restaurar el equilibrio mecánico producido por la fractura y el desplazamiento de capas.
Puede sorprender que se recuerde un terremoto en un pais donde vulgarmente constituye saber asumido que no pueden existir tal tipo de funestos cataclismos geológicos.
En negro, zonas de alto riesgo de terremotos. |
Un terremoto es una sacudida del terreno que desgarra la superficie visible del lugar y provoca los conocidos fenómenos de destrucción vital si de paisaje habitado se trata.
Muchas pueden ser las causas. Entre las más frecuentes pueden detallarse los desplazamientos y choques de las placas tectónicas que estructuran el planeta. A su interior tiene la Tierra un gran dinamismo móvil cuando se rompen alternados estados de relativa quietud sismológica.
Otras causas se vinculan a la erupción de un volcán que arma desparramo subterráneo con duros latigazos en la superficie.
El hundimiento de cavidades subterráneas es otro factor desencadenante de un seísmo.
Sea el vector que sea, se produce como consecuencia funesta e ineludible -podrán variar los registros de intensidad de la furia, pero no la furia en sí misma- , una tremenda descarga de energía en el afán de la naturaleza de restaurar el equilibrio mecánico producido por la fractura y el desplazamiento de capas.
¡Terremoto! |
Esquema de capas tectónicas en el proceso de un sismo. |
El 05 de junio de 1886 se registró un terremoto con resonancias en todo el Uruguay aunque por su mayor cantidad y densidad poblacional los recuerdos son más abundantes si se los sitúa en Montevideo, la capital del país.
El informe se re-cuenta con sentido humorístico al haberse alejado en el tiempo el suceso que ya no queda ningún testigo presencial. Ocurrido hace 125 años, debería pensarse como testimonio fehaciente algún hoy impensable connacional matusalénico de por lo menos 130 años de vida.
Dentro de la variedad del anecdotario, se supo que en las actuales calles San José y Convención -luego tan famosa por el tema musical de Jaime Roos- existía una céntrica casa necrológica que estaba de servicio en el lacrimógeno ritual funerario del velatorio.
Fue entonces que de repente los azorados dolientes, familiares y amigos, anotaron que el cajón y su rígido ocupante cadavérico comenzaron a moverse cada vez más. La gente, azorada, no sabía si era por el susto o por otro extraño fenómeno. También las extremidades de la asistencia comenzaron a imitar al finado en un estremecimiento corporal inaudito pues el suelo temblaba debajo de los pies de cada cual. Intensamente.
Bastó para que uno primero, no sé si hombre o mujer, diera una alarido de terror y saliera corriendo de la sala mortuoria para que el resto lo acompañara en salida precipitada y solidaria hacia la calle. El finado, cada vez más sólo...
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