De la Mosqueta a los Orgullos del Mangiare, de Parlantes,Colchas y Motosierras.
¡Manyas!¡Manyas!!...¡Motosierra!!...¡Motosierra!!...
¡Colcha de Retazos!!.........de Retazos!!.......................>
La mosqueta es un juego ilegal pero que tiene en los hechos, aún dentro del marco de sus prohibiciones, importantes licencias funcionales….como que se le juega en la feria dominguera y multitudinaria de Tristán Narvaja y en otros sitios, tan así de desérticos…
Para practicarlo hay que disponer de un mobiliario asaz rudimentario, siendo el cerno del utilaje tres pequeñas semiesferas donde se colocan alternadamente una mínima bolita que, con suprema y veloz habilidad, el crupier va intercambiando de aquí a allá. Es notable la celeridad con que digita las mudanzas a tal punto que, a veces, le resulta al ojo muy difícil seguir las acrobáticas y cambiantes manipulaciones que se dinamizan sobre la mesita del juego.
Luego de la ritual danza de esferas y manos, la gente autoconvocada debe, finalmente, señalar en cúal de las esferas está acurrucada la bolita para llevarse la premiación en dinero.
Algunos aciertan y se les duplica la apuesta….pero la mayoría pierde, irremediablemente.
Siempre queda la duda si los que ganan no pertenecen a la comparsa de los malabaristas que con su éxito contagian a los incautos, pasajeros voluntarios que entran al atolladero de ganar sí la primera vez... y perder luego cinco…
A media cuadra, hacia las dos esquinas del casino móvil, están atentos "bomberos" haciendo de campana por si se aproximan moros a la costa.
De repente, se oye una voz tonante e imperativa, de esas que son ideales, por lo menos lo eran antes, para pedir fiado:
-¡Se viene la cana!!...y en un instante el corrillo lúdico desparece como por arte de birlibirloque…para reinstalar sus petates tres o cuadras mas arriba y reiniciar el ciclo del negocio clandestino, pero a luz pública, con sus calesitas de ganancias y fugas despavoridas.
Pese a todo, es parte del folclore urban que le da cierto toque de condescendiente cualificación atenuante pues... al que quiera lolas….que se compre las siliconas.
En definitva ¿qué es la mosqueta? Es el arte de cambiar. En el caso bolillas. Y dinero que se tuvo por el que se va.
Yo conozco otro arte de cambiar. Pero no cuentitas de un rosario ilícito, sino palabras.
A los peñarolenses por nuestro humilde origen de peones ferrocarrileros- aunque con alcurnia de lores ingleses- se nos endilgó en antiguos orígenes fundacionales que éramos unos manya cacas, degeneración del verbo italiano mangiare (comer) . En el lunfardo cocoliche esa era su sonora fonética: manya caca.
Supongo que al principio los primeros hinchas habrán renegado del término el que, sin embargo, en una revolución semiótica, fue asimilado con orgullo de estandarte. Hoy a todo peñarolense que se precie, ser manya es motivo de orgullo.
En mi pueblo de Mercedes por una mordaz competencia entre patronos de dos medios de comunicación, uno de prensa le endilgaba al oral que era un mero "parlante". Y la gente de la difusora tomó material para propagandear sus eslóganes publicitarios:
-” Publicite en el Parlante de Todo el departamento!”.
Fue tan exitoso el jingle que así quedó para siempre, hasta que el diario terminó por borrar de sus gacetillas la palabra “parlante” según el inaugural afán de crítica de gran guiñol.
Aquí por nuestros días vigentes, al candidato blanco a la Presidencia de la República Dr.Lacalle le dio por decir en un discurso que tomaría una motosierra para cortar items presupuestarios en caso de acceder a conseguir sus afanes de reelección. ¡¡Para qué!! Rápidamente el Frente Amplio hizo caudal que la motosierrra se iba a utilizar para desmantelar la obra social referida a políticas de equidad, lo cual, sin dudas, hería a determinados sectores del padrón electoral.
Vino la respuesta nacionalista. Ahora Lacalle y Larrañaga, la fórmula de los blancos, sube a las tribunas partidarias portando como cocarda de triunfo una motosierra….para guillotinar todo lo malo que en su óptica operó el actual gobierno frentista.
Y las coloridas asambleas de los blancos gritan exultantes de pasión su nuevo ícono, desplazando al poncho saraviano ¡ ¡Motosierra!¡Motosierra! ¡Motosierra!!
Caso análogo ocurrió nada más que en la inversión de los actores precedentes. El Partido Nacional clasificó al actual Partido Frente Amplio como una colcha de retazos a raíz de ser, en origen por 1971, una coalición de partidos y movimientos que no coincidían en pleno ajuste con un padrón ideológico, sino que ella se unificaba en el consenso de una idea fuerza común, una visión de país distinto a la de los partidos fundacionales, sellado en un programa unificador.
“Colcha de retazos” pasó a ser, entonces, tal el caso de la “motosierra”, vocablo descalificante para señalar la imposibilidad de actuar sin coherencias ideológicas, las que favorecerían naturales fracturas en el ejercicio gubernamental.
¿Qué hace el Frente? Pues convoca a sus adherentes a donar retazos para hacer una super colcha abanderada que pretende y va camino a tener la longitud de un quilómetro.
Para practicarlo hay que disponer de un mobiliario asaz rudimentario, siendo el cerno del utilaje tres pequeñas semiesferas donde se colocan alternadamente una mínima bolita que, con suprema y veloz habilidad, el crupier va intercambiando de aquí a allá. Es notable la celeridad con que digita las mudanzas a tal punto que, a veces, le resulta al ojo muy difícil seguir las acrobáticas y cambiantes manipulaciones que se dinamizan sobre la mesita del juego.
Luego de la ritual danza de esferas y manos, la gente autoconvocada debe, finalmente, señalar en cúal de las esferas está acurrucada la bolita para llevarse la premiación en dinero.
Algunos aciertan y se les duplica la apuesta….pero la mayoría pierde, irremediablemente.
Siempre queda la duda si los que ganan no pertenecen a la comparsa de los malabaristas que con su éxito contagian a los incautos, pasajeros voluntarios que entran al atolladero de ganar sí la primera vez... y perder luego cinco…
A media cuadra, hacia las dos esquinas del casino móvil, están atentos "bomberos" haciendo de campana por si se aproximan moros a la costa.
De repente, se oye una voz tonante e imperativa, de esas que son ideales, por lo menos lo eran antes, para pedir fiado:
-¡Se viene la cana!!...y en un instante el corrillo lúdico desparece como por arte de birlibirloque…para reinstalar sus petates tres o cuadras mas arriba y reiniciar el ciclo del negocio clandestino, pero a luz pública, con sus calesitas de ganancias y fugas despavoridas.
Pese a todo, es parte del folclore urban que le da cierto toque de condescendiente cualificación atenuante pues... al que quiera lolas….que se compre las siliconas.
En definitva ¿qué es la mosqueta? Es el arte de cambiar. En el caso bolillas. Y dinero que se tuvo por el que se va.
Yo conozco otro arte de cambiar. Pero no cuentitas de un rosario ilícito, sino palabras.
A los peñarolenses por nuestro humilde origen de peones ferrocarrileros- aunque con alcurnia de lores ingleses- se nos endilgó en antiguos orígenes fundacionales que éramos unos manya cacas, degeneración del verbo italiano mangiare (comer) . En el lunfardo cocoliche esa era su sonora fonética: manya caca.
Supongo que al principio los primeros hinchas habrán renegado del término el que, sin embargo, en una revolución semiótica, fue asimilado con orgullo de estandarte. Hoy a todo peñarolense que se precie, ser manya es motivo de orgullo.
En mi pueblo de Mercedes por una mordaz competencia entre patronos de dos medios de comunicación, uno de prensa le endilgaba al oral que era un mero "parlante". Y la gente de la difusora tomó material para propagandear sus eslóganes publicitarios:
-” Publicite en el Parlante de Todo el departamento!”.
Fue tan exitoso el jingle que así quedó para siempre, hasta que el diario terminó por borrar de sus gacetillas la palabra “parlante” según el inaugural afán de crítica de gran guiñol.
Aquí por nuestros días vigentes, al candidato blanco a la Presidencia de la República Dr.Lacalle le dio por decir en un discurso que tomaría una motosierra para cortar items presupuestarios en caso de acceder a conseguir sus afanes de reelección. ¡¡Para qué!! Rápidamente el Frente Amplio hizo caudal que la motosierrra se iba a utilizar para desmantelar la obra social referida a políticas de equidad, lo cual, sin dudas, hería a determinados sectores del padrón electoral.
Vino la respuesta nacionalista. Ahora Lacalle y Larrañaga, la fórmula de los blancos, sube a las tribunas partidarias portando como cocarda de triunfo una motosierra….para guillotinar todo lo malo que en su óptica operó el actual gobierno frentista.
Y las coloridas asambleas de los blancos gritan exultantes de pasión su nuevo ícono, desplazando al poncho saraviano ¡ ¡Motosierra!¡Motosierra! ¡Motosierra!!
Caso análogo ocurrió nada más que en la inversión de los actores precedentes. El Partido Nacional clasificó al actual Partido Frente Amplio como una colcha de retazos a raíz de ser, en origen por 1971, una coalición de partidos y movimientos que no coincidían en pleno ajuste con un padrón ideológico, sino que ella se unificaba en el consenso de una idea fuerza común, una visión de país distinto a la de los partidos fundacionales, sellado en un programa unificador.
“Colcha de retazos” pasó a ser, entonces, tal el caso de la “motosierra”, vocablo descalificante para señalar la imposibilidad de actuar sin coherencias ideológicas, las que favorecerían naturales fracturas en el ejercicio gubernamental.
¿Qué hace el Frente? Pues convoca a sus adherentes a donar retazos para hacer una super colcha abanderada que pretende y va camino a tener la longitud de un quilómetro.
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