jueves, 3 de julio de 2008

Si no tenemos Uno, ponemos Dos.




Peñarol es un equipo profesional del fúbol uruguayo con una larga historia, más que centenaria de triunfos nacionales, regionales y mundiales. Pero desde hace cinco años está viviendo su ciclo de "siete años de pestes". No gana nada en un proceso donde es dificil encontrar la causa, pues son varias y concatenadas. Pero el resultado es fehaciente:le llegó la sequía larga.
En la cancha juega muy mal el equipo y, tal consuelo bobo, se ha procurado encontrar la parte de verdad en las derrotas atribuyéndolas unicamente a las deficitarias gestiones de sus cuatro arqueros: Salgueiro, Bigliani, Reyes y Frascarelli. En verdad que las evaluaciones objetivas y subjetivas de tono descalificador no se compadecen nada y nada del cuarteto.
En términos de ironía sobre el problema arcológico de Peñarol, a esta altura ya arqueológico, se ha dado por determinados comentaristas de ocasión y de aficionados variopintos, la solución de jugar con dos arqueros. Nada lo prohibe desde el punto de vista de las Reglas, si se ajustan algunos detalles para no contradecir alguno de los artículos de la International Board de la FIFA. Pero el Entrenador ¡sí que lo puede solucionar sin alterar el reglamento deportivo! Yo lo imagino de esta manera:
Se entra obviamente con once titulares. Pero dos de ellos en la FUNCION específica y sine qua non de arqueros. A uno de ellos hay que vestirlo a la usanza tradicional y, al otro, con la misma indumentaria de un jugador de cancha. Este último con la obligación de restar pelotas que vayan a su arco, obviamente sinutilizar los brazos pues cometería penal, quedando mientras tanto idóneas las restantes partes de su anatomía. El uso de las manos quedarán para el meta vestido de arquero. Cada uno se reparte una mitad del reducto o, mejor, uno respalda al otro. Esto se hace habitualmente en situaciones normales y súbitas cuando viene un corner: los sendos palos verticales son protegidos no por un arquero, sino por los halfs que en mil oportunidades, con la cabeza, con las piernas y el tórax han salvado goles…mientras su compañero golero habìa salido a cazar las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia en “Cien Años de Soledad” de García Márquez.
Obviamente que la formación con un dúo de goleros tiene una contrapartida estratégica que es la siguiente.Será difícil utilizar a favor la “ ley del off-side” pues, al haber dos defensores en la cercanía inmediata de la goal line , siempre los delanteros rivales quedarán habilitados en zona roja acomodándose, por ejemplo, para recibir solos en largo por un abastecedor hábil en el pase de treinta metros. La contra propuesta para evitar el riesgo precedente es avanzar al “segundo arquero” cuando el equipo ataque y luego hacerlo recular a cien kilómetros por hora al momento de iniciarse la contracarga o mejor aún al tiempo de la posesión del esférico recuperado por el rival.
Además en cualquier momento se pueden cambiar los atuendos que, en las reglas, creo, nada se dice al respecto. Sería tan legítimo de la misma manera que un central tantas veces pasa a jugar de puntero, y así el “primer”arquero pasa a ser “segundo” con atuendo de cancha. Esto ha ocurrido muchas veces cuando ya se había agotado la lista de cambios. al lesionarse un atajador exclusivo, o fuera expulsado.
En definición por penales, vendría lo más bien.Si vemos que el “uno” no anduvo en los noventa o en la prórroga, recurrimos al otro, al arquero "dos".
Lo nuestro es una visión fantasiosa, no por nosotros, acotemos,sino porque no creemos que haya en el planeta equipo profesional de prestigio tan desarquerizado como Peñarol.

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