-LA NOTICIA Y SU COMENTARIO : HONRAR A "PATRÒN" CURTI.
-"En la edición papel y digital de hoy del diario "CRÓNICAS" de Mercedes, se lee y se noticia:
Con la presencia del Intendente Guillermo Besozzi y del Sub secretario del Ministerio de Ambiente Gerardo Amarilla se informó de la incorporación de islas del río Negro al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SNAP) bajo la categoría de “Parque Nacional".
Frente a ello y a la acción gestionaria que el suceso generará,seguramente habrá un capítulo de homenajes a quienes - verdadera y eficazmente- se hayan involucrado en la consagración de la medida como beneficioso acto politico y administrativo gubernamental.
En lo personal, la disposición me trae veloz el recuerdo de un abnegado cuidador de la "islas" cecanas a la zona de influencia de Mercedes y Villa Soriano que, con ahinco patriótico, las atendió e incluso contribuyó con procedimientos de intuitiva geografía a crear más insulas.
Sí.Uds. han oido su nombre.Se trata del ya fallecido funcionario público de la Dirección Forestal del MGyA,"Patrón" Curti, ciudadano ejemplar. Es un imperativo que se le reconozca a este isleño que quiso con intensidad amorosa su territorio hidro terrenal con méritos relevantes.Hasta fue mártir de su Obra. Años atras escribí y creo que el sentido de la descripción aún mantiene valor semántico:
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-“PATRON” CURTI, EL SORIANENSE DE LAS ISLAS.- No lo conocimos personalmente, solo por cuitas y registros del artista fotógrafo Armando López sobre una vida cargada de acción patriótica, folclórica y romántica. También trágica. Su nombre: solo Curti, que el resto de la cédula se perdió, tal cual él mismo cuando se atrevió a enfrentar una de las recias y encorvadas crecientes del río Negro. De ello, ya algunos años atrás. El viejo Hum embestía célere con furia de invierno, lomo encrespado. Y se llevó al amigo, cuestión de tenerlo cerca en eternidad conjunta, que los dos eran uno. El entierro fue en la propia canoa y el cadáver entregado a los hombres, muy poco después, en una playa rivereña. El alma quedó en las aguas y en la floresta del paisaje natural, la que tanto quiso y amó Curti. Los uruguayos hacemos un altanero y provocativo desprecio de los dones y de la riqueza potencial que se nos ha concedido por merced aún no sabemos de quién. Ni el modernismo ecológico, hecho ciencia curricular, modificó conductas. El caso de las Islas del río Negro constituye un ejemplo del pernicioso lujo que resulta inadmisible para nuestras estrecheces. Ni arboricultura, ni industrias extractivas, ni pesca, ni leña, ni turismo -pese a que estos dos últimos temas mitifican propósitos jamás cumplidos que adornan discursos mentirosos- han seducido. Apenas arenas para la construcción arquitectónica, extraídas a palas sanguíneas o con chatas motoras. Sin embargo Curti descifró como pocos todo el enigmático abecedario cósmico terrenal cuidando las islas sin materialistas afanes contractuales desde el anonimato de su condición de funcionario de la Dirección Forestal. De repente fue su excusa para vivir en simbiosis con la naturaleza. Existencia sencilla y frugal. Profunda. A lo Diógenes....y la compañía de un perro fiel. En la ínsula “Pichón” montó su vivienda sobre tanques flotantes. Con el machete combatió las malignas ponzoñas de víboras, alimañas y de peligrosos y traicioneros depredadores bípedos. Plantó árboles marcando presencia humana en ese escenario de vigorosa y desordenada fecundidad silvestre. Aprendió geografía sin ir a la cátedra de Chebataroff, Giuffra y Di Leoni y además las características de río de penillanura y de aluvión agrícola del Negro. Bello río! Había que hermosearlo más con acuarelas edénicas y trinos, tal se embellece una novia con flores y caricias. Obstaba para ello ubicar un incipiente banco de arena natural; plantar allí un pie de sauce criollo o de la variedad llorón .Y luego esperar y celar con vigilias la obra. Las raíces del llorón aglutinaban el silicato en lucha por la vida. Se juntaban en su torno más arenas y sedimentos humíferos, más hojas, más oxígeno para el laboratorio clorofiliano, principio nutricio esencial de la Creación. El río quitaba sed y arrimaba más y más montículos y energías. Así nacía en el lapso entre dos estíos ¡una nueva isla! Es decir, más territorio para la república. Curti no fue soldado ni diplomático pero en el siglo XX fue quizás el uruguayo que agregó más superficie a la soberanía nacional. Cantidad de ínsulas aparecieron ante la hazaña generatriz del fluvial isleño enamorado. Pasaba meses sin retornar a Mercedes. Un mate, el perro, gratuita solidaridad con los viajeros del agua, argentinos o uruguayos, constituían el sagrado transcurrir de sus prósperos y nobles días. Resulta difícil para quienes tienen hábitos de mecanizada y artificial urbanidad citadina, comprender vivencialmente hasta dónde llega el caracú de estas existencias, propiedad de un raro privilegio, tal el de poder absorber en universal identidad el gozo de la Libertad como posesión total e intransferible de lo individual, integrado con lo que nos rodea desde el alma y desde las cosas germinales. Curti tiene que haber conocido a Dios, hablado con él en el paraíso de los bendecidos bucles humeños. Curti murió como tenía que morir. Las islas son el impar epitafio de sus legendarias horas. ¿Murió? ¿O también suspira -como dijera el poeta- en la sonrisa acuosa y vegetal del Dios Padre y de la salvaje primavera con los cantarines efluvios que pasan por Mercedes y Villa Soriano?(Alfredo Saez.Mercedes, Soriano).
Frente a ello y a la acción gestionaria que el suceso generará,seguramente habrá un capítulo de homenajes a quienes - verdadera y eficazmente- se hayan involucrado en la consagración de la medida como beneficioso acto politico y administrativo gubernamental.
En lo personal, la disposición me trae veloz el recuerdo de un abnegado cuidador de la "islas" cecanas a la zona de influencia de Mercedes y Villa Soriano que, con ahinco patriótico, las atendió e incluso contribuyó con procedimientos de intuitiva geografía a crear más insulas.
Sí.Uds. han oido su nombre.Se trata del ya fallecido funcionario público de la Dirección Forestal del MGyA,"Patrón" Curti, ciudadano ejemplar. Es un imperativo que se le reconozca a este isleño que quiso con intensidad amorosa su territorio hidro terrenal con méritos relevantes.Hasta fue mártir de su Obra. Años atras escribí y creo que el sentido de la descripción aún mantiene valor semántico:
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-“PATRON” CURTI, EL SORIANENSE DE LAS ISLAS.- No lo conocimos personalmente, solo por cuitas y registros del artista fotógrafo Armando López sobre una vida cargada de acción patriótica, folclórica y romántica. También trágica. Su nombre: solo Curti, que el resto de la cédula se perdió, tal cual él mismo cuando se atrevió a enfrentar una de las recias y encorvadas crecientes del río Negro. De ello, ya algunos años atrás. El viejo Hum embestía célere con furia de invierno, lomo encrespado. Y se llevó al amigo, cuestión de tenerlo cerca en eternidad conjunta, que los dos eran uno. El entierro fue en la propia canoa y el cadáver entregado a los hombres, muy poco después, en una playa rivereña. El alma quedó en las aguas y en la floresta del paisaje natural, la que tanto quiso y amó Curti. Los uruguayos hacemos un altanero y provocativo desprecio de los dones y de la riqueza potencial que se nos ha concedido por merced aún no sabemos de quién. Ni el modernismo ecológico, hecho ciencia curricular, modificó conductas. El caso de las Islas del río Negro constituye un ejemplo del pernicioso lujo que resulta inadmisible para nuestras estrecheces. Ni arboricultura, ni industrias extractivas, ni pesca, ni leña, ni turismo -pese a que estos dos últimos temas mitifican propósitos jamás cumplidos que adornan discursos mentirosos- han seducido. Apenas arenas para la construcción arquitectónica, extraídas a palas sanguíneas o con chatas motoras. Sin embargo Curti descifró como pocos todo el enigmático abecedario cósmico terrenal cuidando las islas sin materialistas afanes contractuales desde el anonimato de su condición de funcionario de la Dirección Forestal. De repente fue su excusa para vivir en simbiosis con la naturaleza. Existencia sencilla y frugal. Profunda. A lo Diógenes....y la compañía de un perro fiel. En la ínsula “Pichón” montó su vivienda sobre tanques flotantes. Con el machete combatió las malignas ponzoñas de víboras, alimañas y de peligrosos y traicioneros depredadores bípedos. Plantó árboles marcando presencia humana en ese escenario de vigorosa y desordenada fecundidad silvestre. Aprendió geografía sin ir a la cátedra de Chebataroff, Giuffra y Di Leoni y además las características de río de penillanura y de aluvión agrícola del Negro. Bello río! Había que hermosearlo más con acuarelas edénicas y trinos, tal se embellece una novia con flores y caricias. Obstaba para ello ubicar un incipiente banco de arena natural; plantar allí un pie de sauce criollo o de la variedad llorón .Y luego esperar y celar con vigilias la obra. Las raíces del llorón aglutinaban el silicato en lucha por la vida. Se juntaban en su torno más arenas y sedimentos humíferos, más hojas, más oxígeno para el laboratorio clorofiliano, principio nutricio esencial de la Creación. El río quitaba sed y arrimaba más y más montículos y energías. Así nacía en el lapso entre dos estíos ¡una nueva isla! Es decir, más territorio para la república. Curti no fue soldado ni diplomático pero en el siglo XX fue quizás el uruguayo que agregó más superficie a la soberanía nacional. Cantidad de ínsulas aparecieron ante la hazaña generatriz del fluvial isleño enamorado. Pasaba meses sin retornar a Mercedes. Un mate, el perro, gratuita solidaridad con los viajeros del agua, argentinos o uruguayos, constituían el sagrado transcurrir de sus prósperos y nobles días. Resulta difícil para quienes tienen hábitos de mecanizada y artificial urbanidad citadina, comprender vivencialmente hasta dónde llega el caracú de estas existencias, propiedad de un raro privilegio, tal el de poder absorber en universal identidad el gozo de la Libertad como posesión total e intransferible de lo individual, integrado con lo que nos rodea desde el alma y desde las cosas germinales. Curti tiene que haber conocido a Dios, hablado con él en el paraíso de los bendecidos bucles humeños. Curti murió como tenía que morir. Las islas son el impar epitafio de sus legendarias horas. ¿Murió? ¿O también suspira -como dijera el poeta- en la sonrisa acuosa y vegetal del Dios Padre y de la salvaje primavera con los cantarines efluvios que pasan por Mercedes y Villa Soriano?(Alfredo Saez.Mercedes, Soriano).
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