* Me encanta esa foto pues anoto un sentido estético en el juego de luces y de sombras y sus señalables encuentros, caminos cromáticos proto graduales de ellas entre si . Pero además los humanos protagonistas son mis nietitos. Obsta entonces cualquier descripción de grado afectiva del abuelo loco.
Por eso no me importaría (demasiado) si los
"degradé" leonardescos del arte fotográfico hubiesen sido vulnerados.
Y especialmente me conmueve la visión del adolescente
-que vi crecer desde su primer grito natal- mirando apoyado en la firmeza de la piedra milenaria hacia el plus ultra, entre penumbras.¿Avizorando futuros?... pese a que el presentismo de la eco-eto-genética de su edad, solo se resuelve momentáneamente en acumular nuevas experiencias cercanas, las que no ejercen como prototipos de altas proyecciones cronológicas hacia el porvenir.
Solo se velan las armas para los combates de la adultez.
¡Qué la buena luz lo ilumine! Y a su hermanita, siempre tan próxima en cuerpo y alma!
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