jueves, 19 de diciembre de 2019

Y sí, la Vida continúa...¡Síguela que ella te dirá cuando basta!

Cuando niño creí que la condición de la vejez me sería ajena, de tan distante , lejos de existir como etapa etaria . Casi consideraba a los ancianos y sus mundos ajenizados  en las lontananzas. Estado de soberbia fue el que asumí. Quizás  disculpable mi ingenuidad adolescente   pues no estaba la suficientemente  maduro para defenderme de las ideas que recibía en mi desde la esfera bio cultural. Loor a los jóvenes atletas victoriosos, fortachones y de cuidadas anatomías musculares, gritaban exclusivistas los ecos  de nuestros entornos de formación ideológica cotidiana .Cine, prensa, aulas...en una repetitiva coreografía laurelina.
Pese a que no se hablaba  entonces de  filosofías taxonómicas de género, un varón lo era por sus atributos que, si mas juveniles , mayor era el destaque de su virtuosa virilidad social. Y para ellas , damas,también los diagnósticos eran paritarios.Eran hermosas a los 15 , a los 20 y a los 30...que recién a los 40 comenzaban los iniciales reparos hacia  la grieta del despecho  y del olvido de las caricias hacia  la estima estética de las evas, ya con sus  preliminares pieles gastadas en modélicas pasarelas de  piropos....
Hoy me atrapó la ancianidad. Y me he dado cuenta que envejezco. La anatomía patológica me lo advierte .
La secuencia consecuente son ingresos  cada tanto en quirófanos, anestesias y bisturís invasivos con restauraciones protésicas. Menos mal que quedó interdicta la Sala de Psiquiatría. Por ahora el cerebro y sus intelecciones siguen funcionando, creo, mas o menos bien al punto que me ha permitido editar libros, uno de poemas y otro de cuentos, defender una Tesis y ser Magister en Estrategia Nacional con registro en el Ministerio de Defensa Nacional y en pocos días más en el Ministerio de Educación y Cultura con los trámites avanzadísimos ya en su parte final.
Me adecuo a las razones  de la biología y procuraré seguir a la  rumana Dra.Aslan, madre de la geriatría moderna, con su luz en el célebre aforismo:
-"Hay que darle  no tanto años a la vida, sino vida a los años".
En eso estoy. Hasta que el Supremo disponga:
-"Ven conmigo, ahora".

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