Pese a Saint Exùpery, lo Esencial Sólo a Veces Permanece Invisible Ante los Ojos.
Fue hace tanto tiempo que no recuerdo bien si lo leí o así me lo contaron :
El padre quiso darle una lección al hijo que abandonaba la escuela con pase al Liceo.
-Toma-le dijo con imperativa dulzura.
-Una tabla…clavos, tenaza y martillo -fiscalizó el jovencito, muy sorprendido. ¿Qué es esto papá?
-Quiero que por cada mala acción pongas un clavo en la madera.Y lo saques ante cada acción aprobable y buena que realices. Dentro de algún tiempo veré la tabla para tomar una decisión sobre mi regalo de promoción que deseo, fervientemente, sea reconfortante.
Pasaron tres meses y llegó el momento de la evaluación, ya en vísperas del comienzo de los cursos liceales.
El muchacho había esmerado su conducta para conseguir un buen apronte, aunque siempre ponderó con seriedad y al pie de la letra la exigencia paternal de registrar lo bueno y lo malo.
La tabla estaba sin un clavo, aunque se apreciaban claros testimonios de que había sido clavada y desclavada.
El padre aprobó la evaluación. Cumplió lo prometido llenando de satisfacción al receptor del moderno y ambicionado equipo de vanguardia musical.
Al entregar la maravilla, con filosófico ademán agregó:
-Veo que has tenido un comportamiento correcto. No hay clavos. Pero observa, han quedado agujeritos que nunca se borrarán. Recuérdalo, querido, te servirá en la Vida.
………
El fin de semana anterior anduve por el Chuy fronterizo, bebiendo sol y algunos buenos precios
Al tomar por la calle Francisco de los Santos- el leal soldado artiguista de 1820 cuando la derrota y exilio final del prócer de América- en la zona oriental, a la altura del número 500 y pico, veo una pared recién pintada de blanco que había exigido eliminar antiguas inscripciones escritas y otras dibujadas, las que aún se insinuaban pese a las nuevas capas de pintura, resistiéndose a la intención de invisibilidad del pintor.
Fue entonces que recordé el cuento infantil. Todo puede borrarse, pero algo siempre lo recuerda indeleblemente, sobre todo si se evocan experiencias non sanctas. Creo que la foto adjunta en las charadas lo demuestra.
Pese a la sutileza tan sagaz de Antoine de Saint Exùpery en su famoso "El Principito", no siempre lo esencial permanece invisible ante los ojos.Quedará la marca del clavo.
El padre quiso darle una lección al hijo que abandonaba la escuela con pase al Liceo.
-Toma-le dijo con imperativa dulzura.
-Una tabla…clavos, tenaza y martillo -fiscalizó el jovencito, muy sorprendido. ¿Qué es esto papá?
-Quiero que por cada mala acción pongas un clavo en la madera.Y lo saques ante cada acción aprobable y buena que realices. Dentro de algún tiempo veré la tabla para tomar una decisión sobre mi regalo de promoción que deseo, fervientemente, sea reconfortante.
Pasaron tres meses y llegó el momento de la evaluación, ya en vísperas del comienzo de los cursos liceales.
El muchacho había esmerado su conducta para conseguir un buen apronte, aunque siempre ponderó con seriedad y al pie de la letra la exigencia paternal de registrar lo bueno y lo malo.
La tabla estaba sin un clavo, aunque se apreciaban claros testimonios de que había sido clavada y desclavada.
El padre aprobó la evaluación. Cumplió lo prometido llenando de satisfacción al receptor del moderno y ambicionado equipo de vanguardia musical.
Al entregar la maravilla, con filosófico ademán agregó:
-Veo que has tenido un comportamiento correcto. No hay clavos. Pero observa, han quedado agujeritos que nunca se borrarán. Recuérdalo, querido, te servirá en la Vida.
………
El fin de semana anterior anduve por el Chuy fronterizo, bebiendo sol y algunos buenos precios
Al tomar por la calle Francisco de los Santos- el leal soldado artiguista de 1820 cuando la derrota y exilio final del prócer de América- en la zona oriental, a la altura del número 500 y pico, veo una pared recién pintada de blanco que había exigido eliminar antiguas inscripciones escritas y otras dibujadas, las que aún se insinuaban pese a las nuevas capas de pintura, resistiéndose a la intención de invisibilidad del pintor.
Fue entonces que recordé el cuento infantil. Todo puede borrarse, pero algo siempre lo recuerda indeleblemente, sobre todo si se evocan experiencias non sanctas. Creo que la foto adjunta en las charadas lo demuestra.
Pese a la sutileza tan sagaz de Antoine de Saint Exùpery en su famoso "El Principito", no siempre lo esencial permanece invisible ante los ojos.Quedará la marca del clavo.
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