En el Dìa de San Valentìn,quizás,numen tutelar de los Genealogistas.
San Valentín....................Luis Alfredo y Juana Luisa, mis padres. (+)
Todo ocurrió por culpa de San Valentín o Cupido, no sé bien, que enlazaron de cálidos afec-tos amorosos a Luis Alfredo y a Juana Luisa,mis futuros padres. Luis Alfredo quedó afuera, cuidando la casa exterior, y debí realizar una selenita expedición lunar nonamensual, solito, en la intimidad más abnegada y ventral de Juana Luisa una vez fuera yo embrionariamente concebido, allá por finales de la segunda quincena de setiembre del 42.
Fue el supremo e irrepetible viaje fantástico de todos cuantos haya realizado, no muchos por cierto.Finalizó el 16 de julio de 1943. Comenzó el aterrizaje en ese amanecer avanzado y concluyó con el sol de la media mañana, zodíaco de Cáncer. Mercedes estaba azotada por un inhóspito frío extremo con brisas antárticas.
Lamentablemente que la travesía por el estrecho conducto que transité en mono vía debió dejar huellas en mi formación, tal presumen en teoría casi todos los biopedagogos por la acumulación de experiencias infraabdominales que uno acopia, aunque no las registré en la memoria activa epidérmica. Quizás, tal vez, en la profunda.
Sentí en el aeropuerto de recepción las primeras voces humanas mezcladas con rojos ayes de dolor que partían de una voz luego muy conocida y, sobre todo, muy querida, que la habló durante 97 años, que de ellos 64 su propietaria los convivió conmigo, hasta ese triste 21 de setiembre próximo pasado… cuando no la oí más. Pero la reminiscencia sonora aún la tendré para siempre, hasta que mi tímpano desaparezca de esta faz terrenal.
Pero, sin embargo, la voz tonante más estremecedora fue la que escuché al llegar a un mundo raro y lleno de luz, emitida por una blanca señora.Me pegó en las nalgas y gritó, medio loca, ¡Varón! Gracias por lo de “Varón”…pero no tuvo por qué ser tan vehemente en la palmada glútea que ya, desde el principio, la probable bienvenida en el nuevo paisaje resultó agresiva y dolorosa, cuestión de adelantamiento futurológico que relativamente no se cambiaría años después. Si no hubiese tenido otras preocupaciones en ese momento, la habría denunciado ante el Juez competente de acuerdo a la Ley uruguaya respecto al trato mediante coscorrones hacia la minoridad .Uno no viene aquí para que lo esntrenen tan imberbe para asceta.
Fui un tranquilo nadador en las profundidades de mi océano uterino. Sin problemas, aparentemente. No en vano Dios creó primero las aguas. Son más confortables que la tierra.
El descenso de mi nave espacial hasta la atmósfera del mundo exterior fue tremendo e inefable. La mayor epopeya de mi vida de sexagenario actual. Valió la pena el esforzado y fugaz itinerario. Ahora espero el del retorno .Que sea plácido…si Dios quiere.
San Valentín, o Cupido, se portaron con tanta selectiva gratitud que me presentaron en un carnaval de mi pueblo a Ada Lyda y, luego,a través de afectuosas cercanías gloriosas, arribaron Mercedita, Gabriela y Fernando en viajes individuales, con un año de distancia entre sí.
Mercedita es tan “loca” como su padre: le dio por la Genealogía.Amén de la Ingeniería.A Gabriela por el Derecho .A Fernando por la ecología del aire acondicionado.
Fue el supremo e irrepetible viaje fantástico de todos cuantos haya realizado, no muchos por cierto.Finalizó el 16 de julio de 1943. Comenzó el aterrizaje en ese amanecer avanzado y concluyó con el sol de la media mañana, zodíaco de Cáncer. Mercedes estaba azotada por un inhóspito frío extremo con brisas antárticas.
Lamentablemente que la travesía por el estrecho conducto que transité en mono vía debió dejar huellas en mi formación, tal presumen en teoría casi todos los biopedagogos por la acumulación de experiencias infraabdominales que uno acopia, aunque no las registré en la memoria activa epidérmica. Quizás, tal vez, en la profunda.
Sentí en el aeropuerto de recepción las primeras voces humanas mezcladas con rojos ayes de dolor que partían de una voz luego muy conocida y, sobre todo, muy querida, que la habló durante 97 años, que de ellos 64 su propietaria los convivió conmigo, hasta ese triste 21 de setiembre próximo pasado… cuando no la oí más. Pero la reminiscencia sonora aún la tendré para siempre, hasta que mi tímpano desaparezca de esta faz terrenal.
Pero, sin embargo, la voz tonante más estremecedora fue la que escuché al llegar a un mundo raro y lleno de luz, emitida por una blanca señora.Me pegó en las nalgas y gritó, medio loca, ¡Varón! Gracias por lo de “Varón”…pero no tuvo por qué ser tan vehemente en la palmada glútea que ya, desde el principio, la probable bienvenida en el nuevo paisaje resultó agresiva y dolorosa, cuestión de adelantamiento futurológico que relativamente no se cambiaría años después. Si no hubiese tenido otras preocupaciones en ese momento, la habría denunciado ante el Juez competente de acuerdo a la Ley uruguaya respecto al trato mediante coscorrones hacia la minoridad .Uno no viene aquí para que lo esntrenen tan imberbe para asceta.
Fui un tranquilo nadador en las profundidades de mi océano uterino. Sin problemas, aparentemente. No en vano Dios creó primero las aguas. Son más confortables que la tierra.
El descenso de mi nave espacial hasta la atmósfera del mundo exterior fue tremendo e inefable. La mayor epopeya de mi vida de sexagenario actual. Valió la pena el esforzado y fugaz itinerario. Ahora espero el del retorno .Que sea plácido…si Dios quiere.
San Valentín, o Cupido, se portaron con tanta selectiva gratitud que me presentaron en un carnaval de mi pueblo a Ada Lyda y, luego,a través de afectuosas cercanías gloriosas, arribaron Mercedita, Gabriela y Fernando en viajes individuales, con un año de distancia entre sí.
Mercedita es tan “loca” como su padre: le dio por la Genealogía.Amén de la Ingeniería.A Gabriela por el Derecho .A Fernando por la ecología del aire acondicionado.
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