1816…26 de mayo…2020 :Dìa del Libro-
En 1816 don José Artigas -gran fundador de tantos valores tangibles e
intangibles por estas tierras- ordenó al
Cura Larrañaga que fundara una Biblioteca la cual fue inaugurada en esta fecha
que hoy evocamos. Es la actual Biblioteca Nacional.
Conmemorando el acontecimiento,ese día, dentro de las nominadas “Fiestas Mayas” ( de mayo, comienzo en
Bs.As. de la revolución platense contra el régimen español ), la contraseña de los soldados artiguistas en
la jornada fue “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”. El Jefe tenía
pruebas vivenciales que los suyos eran probados hombres
temerarios y audaces….pero para edificar una nación los necesitaba, también,
formados en los bienes del espíritu y la cultura. Dualismo inseparable.
Un Libro es un contacto entre
vivos y muertos. Puente de saberes, de ideas y de estímulos entre tiempos y espacios. Forjador de
pensamientos, de hipótesis y de teorías, y un canto a la recreación. Ayuda
acaso placenteramente a abrir el seso y la mente para que
despertemos si hemos perdido el sentido de la vigilia por la inmolación
de ser mansos durmientes. Es enemigo natural de otro perverso constructo que, portante de narraciones falsas, se las evidencia y elabora el magno redescubrimiento hermeneútico de las veracidades, tocadas, ahora sí, por la Gracia.
De su importancia en el conocimiento vulgar, se dice un hombre puede irse feliz de esta tierra plantando un árbol, teniendo un hijo o escribiendo un libro.
La vida- ya en la edad proyecta me regaló esos tres encantos- y a Dios debo agradecérselo.
Pude cumplir la trilogía. Casi que quedo en paz. Sobres “mis” tres libros no haga arrebatos de destacar impertinentes y escuálidos méritos. Y mas digo: tras releerlos, por momentos me arrepiento de haberlos editado que la inspiración del primer momento germinal de la intuición creativa, luego no se compadeciò del exiguo producto real y final previsto. Igual me consuelo. Pero ya vendrán otros escribientes -¡ya los hubo antes!- a expresar en atrayente literaturalidad, esa excelencia que a mi me quedó en lastimosa distancia.¡Venid, purificadme!
De su importancia en el conocimiento vulgar, se dice un hombre puede irse feliz de esta tierra plantando un árbol, teniendo un hijo o escribiendo un libro.
La vida- ya en la edad proyecta me regaló esos tres encantos- y a Dios debo agradecérselo.
Pude cumplir la trilogía. Casi que quedo en paz. Sobres “mis” tres libros no haga arrebatos de destacar impertinentes y escuálidos méritos. Y mas digo: tras releerlos, por momentos me arrepiento de haberlos editado que la inspiración del primer momento germinal de la intuición creativa, luego no se compadeciò del exiguo producto real y final previsto. Igual me consuelo. Pero ya vendrán otros escribientes -¡ya los hubo antes!- a expresar en atrayente literaturalidad, esa excelencia que a mi me quedó en lastimosa distancia.¡Venid, purificadme!
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