jueves, 30 de noviembre de 2017

Vidas Dramáticas y Sublimes de mi Pago Natal

Aquel pago estaba situado mucho más allá de las Columnas de Hércules  en brusco giro a babor, tan brusco como extenso resultaba navegar  hacia los confines que en diagonal marina  llevarían al ignoto Meridión. Quizás por ello los dioses permitieron que la vaga y perimetral  existencia de los hombres y mujeres que habitaban la comarca de Soriano, recibieran, frente al ajenizado ostracismo del Egeo, la merced de recrear su propio destino de mortales sin mayores injerencias  celestiales. La perenne águila que castigó la soberbia digna del valiente Prometeo, guardó recato  en la torre olímpica y carcelar de las prisiones infames con que se purgan  habitualmente arrebatos  de lesa divinidad entre los hombres. Los inmortales prepararon donosos el escenario para extraerlo del caos original. En costas de médanos áureos, Afrodita  volvió  en la espuma salitral  de Poseidón, mientras Deméter  recorría solitaria  el lujurioso llano de praderas vírgenes portando el sagrado aliento que fortalecería los trigales uruguayos del porvenir. “Parece cosa de milagros! Cómo crecen y dan hasta dos cosechas las semillas!”, escribiría  luego a su padre español  el grumete Luis Ramírez  al servicio de Sebastián Gaboto cuando el aventurero fundó  en 1527  el Fortín del San Salvador, cercandanzas de la actual Dolores. Un suspiro de Atenea fue néctar y ambrosía  para aromatizar los  brindis en los futuros banquetes del episteme laico  de reflexionas doctas. Apolo cabalgaba  feliz con su cítara  y carcaj sobre Pegaso, precursor egregio del humilde Francisco, amansando lobos silvestres con la intención de domesticarlos  en el segundo nacimiento del “Likeum”, liberándolos  de barbaries, como a su tiempo  ocurrirá con adolescentes púberes. Dionisos  en tan magna excursión por la banda oriental del río Uruguay,  se extasiaba espirituosamente  con las bellezas del Elíseo sureño que elevaba  el diagrama perfecto  de una sinfonía de coronación,  vegetal e hídrica. Un cauce infinito de beldades era aquello junto al fáunico  y musical cortejo  de gráciles ninfas y sátiros cabríos. El éxtasis se hermanará luego con el coraje haciéndose en su  momento bravío y protestatario Grito de Asencio en mínimo arroyuelo. Ares había enfundado la espada bélica, enervado y silente de pulsiones ante el encanto enternecedor del pacifismo bucólico que animaba el soriano paisaje terrenal, ahíto  de caracoles y pájaros pintados. Los nativos de la región del río Hum crecieron bajo la advocación  de los dioses itinerantes. Su ethos colectivo se formó en ponderaciones de cadencias de moderación, anunciadas primigeniamente en las tibiezas charrúas y chanáes. No parecían ellos fanáticos  ni fundamentalistas,  aunque a veces el pathos  personal incitara  al descontrol del negro y  brioso bagual dionisíaco, contenido no obstante  por el blanco corcel  de la razón apolínea en esa unidad de pesos y contrapesos  que les dio identidad. Frente a las iniciativas de agresiones ajenas, respondieron  tonantes como el estremecedor  trueno de los vientos pamperos.
¿Qué pasó de  pronto como si la cólera de Aquiles  volviese acarreando funestos males y el Hades fue lastimosa  visión necrológica  de vivos y de muertos? Duelen aún las consecuencias. Discordia trajo calamidades dejando su refugio. Ares, ensañamientos...y estalló el orden constitucional en 1933...o en el 73 del cercano siglo anterior. Caos promovió desórdenes  en la complejidad del mundo y la belleza renunció a todo tipo de estética: trucados fueron los estilos de extraviadas experiencias por desnorteadas vanguardias. Cronos, el Tiempo-insensible- fagocitó  vil otra vez a sus hijos de la Tierra.
Sin embargo tras la  penitencia reapareció la calma augusta  para que en los nidos de antaño volvieran pájaros hogaño y se repitiera  el orden cósmico  de los ciclos giratorios. ¡Retornó  Proserpina a regalarnos nuevas primaveras! Miserere. La Esperanza anda ahora entre nosotros, aún libre de Pandora. Evoquemos en su alegato resplandeciente gratos sucesos  de nuestro pago oriental  sorianense, nutriente de la raza mestiza de las coordenadas fluviales del Uruguay, el Negro y el San Salvador con el arroyo Grande, cuadrilátero mágico y verídico.

“PATRON” CURTI, EL SORIANENSE DE LAS ISLAS.
El Isleño Curti.
No lo conocimos personalmente, solo por cuitas  y registros del artista  fotógrafo Armando López sobre  una vida cargada de acción patriótica, folclórica y romántica. También trágica. Su nombre: solo Curti, que el resto de la cédula  se  perdió, tal cual él mismo cuando se  atrevió a enfrentar una de las recias y encorvadas crecientes del río Negro. De  ello, ya algunos  años atrás. El viejo Hum embestía célere con furia de invierno, lomo encrespado. Y se  llevó al amigo,  cuestión de tenerlo cerca  en  eternidad conjunta, que los dos eran uno. El entierro fue en la propia canoa  y el cadáver entregado a los hombres, muy poco después, en una  playa rivereña. El alma quedó en las aguas y en la floresta  del paisaje natural, la  que tanto quiso y amó Curti.
Los  uruguayos hacemos un altanero y provocativo desprecio de los dones y de la  riqueza  potencial que se nos ha concedido  por merced aún no sabemos de quién. Ni el modernismo ecológico, hecho ciencia curricular,  modificó conductas. El caso de las Islas del río Negro  constituye un ejemplo  del pernicioso lujo que resulta inadmisible para nuestras estrecheces. Ni arboricultura, ni industrias extractivas, ni pesca, ni leña, ni turismo  -pese a que estos dos últimos temas  mitifican propósitos jamás cumplidos  que adornan discursos mentirosos- han seducido. Apenas arenas para la construcción arquitectónica, extraídas a palas sanguíneas o con chatas motoras. Sin embargo Curti  descifró como pocos todo el enigmático abecedario  cósmico terrenal cuidando las islas sin materialistas afanes  contractuales desde el anonimato de su condición de funcionario  de la Dirección Forestal. De repente fue su excusa para vivir en simbiosis con la naturaleza. Existencia sencilla y frugal. Profunda. A lo Diógenes....y la compañía de un perro fiel. En la ínsula “Pichón” montó su vivienda  sobre tanques flotantes. Con el machete  combatió las malignas ponzoñas de víboras, alimañas y de peligrosos y traicioneros depredadores bípedos. Plantó árboles  marcando presencia humana  en ese escenario de vigorosa y desordenada  fecundidad silvestre. Aprendió geografía  sin ir a la cátedra de Chebataroff, Giuffra y Di Leoni y además las características  de río de penillanura  y de aluvión agrícola del Negro. Bello río! Había que hermosearlo más con  acuarelas edénicas  y trinos, tal se embellece una novia con flores y caricias.
Obstaba para ello ubicar un  incipiente banco de arena natural; plantar allí un pie de sauce criollo o de la variedad llorón .Y luego esperar  y celar con vigilias la obra. Las raíces del llorón  aglutinaban el silicato en  lucha por la vida. Se juntaban en su torno más arenas y sedimentos humíferos, más hojas, más oxígeno para el laboratorio clorofiliano, principio nutricio esencial de la Creación. El río quitaba sed y arrimaba más y más montículos  y energías. Así nacía  en el lapso entre dos estíos ¡una nueva isla! Es decir, más territorio para la república. Curti no fue soldado ni diplomático pero en el siglo XX fue quizás el uruguayo que agregó más superficie a la soberanía nacional. Cantidad de ínsulas aparecieron  ante la hazaña generatriz  del fluvial isleño enamorado. Pasaba meses sin retornar a Mercedes. Un mate, el perro,  gratuita solidaridad con los viajeros del agua, argentinos o uruguayos, constituían  el sagrado transcurrir de sus prósperos y nobles días. Resulta difícil para quienes tienen hábitos de mecanizada y artificial urbanidad citadina, comprender vivencialmente  hasta dónde llega el caracú  de estas existencias, propiedad de un raro privilegio, tal el de poder absorber  en universal identidad  el gozo de la Libertad como posesión total e intransferible  de lo individual, integrado con lo que nos rodea  desde el alma  y desde las cosas germinales. Curti tiene que haber conocido a Dios, hablado con él en el paraíso de los bendecidos bucles humeños.
Curti murió como tenía que morir. Las islas son el impar epitafio de sus legendarias horas. ¿Murió? ¿O también suspira -como dijera  el poeta- en la sonrisa acuosa y vegetal del Dios Padre y de la  salvaje primavera con los cantarines efluvios que pasan por Mercedes y Villa Soriano?
MERCEDES, TIERRA DE ALAS PARA GANAR EL CIELO.
Ha sido la urbe de Mercedes la cuna propiciatoria  de héroes de la aviación. Buscando alturas  encontraron el sino  de la gloria y de la tragedia a un mismo instante. Desde niños sintieron el llamado de Eolo y de Ícaro y no cuenta – tampoco les habría importado- que Melpómene, siniestra, semi escondida  detrás del fuselaje,  acariciara para ellos ensueños funerarios.
Ricardo Detomasi, Luis Tuya y Luis Gil Méndez, fueron sus queridos nombres.
Ricardo Detomasi cayó el 20 de junio de 1915  en San José haciendo malabarismos, siendo pionero y primer mártir de la aviación civil en el Uruguay.
Ricardo Detomasi y su diábolo.
En aquel nefasto invierno, con 24 años, el mercedario asombraba con sus acrobacias  en un aparato  de muy limitadas  cualidades de sustentación  y maniobra, entre las que se incluía el looping, superable más por la habilidad del piloto que por las propiedades aerodinámicas  de la nave, motorcito, lona y cuasi alambres. Conocimientos  prematuros por vanguardista absoluto, garra y coraje, determinaban un cristalino  equilibrio eventual de la sinergia. Hasta que se produjo el quiebre y se aproximó, inexorable, el martirologio. Inolvidable cuando todo el pueblo, que lo recibió de luto en su ciudad natal, fue una lágrima común y gigantesca. Solo una lágrima, la más comunitaria que haya visto la capital de Soriano.

 
Luis Tuya.
Luis Tuya fue abatido en España  por un experto francés  al servicio de Franco, defendiendo Madrid y la causa  de la República. Al recuperarse su cuerpo, estaba cribado el pecho por ocho plomos. Había  combatido en América  durante la Guerra del Chaco  entre Bolivia y Paraguay de 1932 a 1935.”¿Por qué viene a luchar?”, preguntaron entonces los paraguayos:-“Para pagar la deuda que tenemos los uruguayos  con Uds. desde 1870, culpa de la Guerra de la Triple Alianza”, aseveró, sereno y convencido. Requerimiento similar en su contenido le efectuaron los españoles  rojos al muchacho oriental, sospechosos de su honoraria  disposición en tiempos  de mercenarios: -“Me anoto en la causa de la Libertad”, dijo. En el primer año de la contienda, 1936, fue derribado el campeón.

Luis Gil Méndez.
Luis Gil Méndez  combatió durante la Segunda Guerra Mundial bajo la bandera  de la Francia Libre  del Gral. De Gaulle en los frentes aéreos  del África Ecuatorial con el Gral.Leclerc. Después pasó a Italia y finalmente fue de los primeros en ingresar y bombardear territorio alemán en 1945, pronta la liberación  del terror nazi. Ya en el Uruguay, al que regresó con heridas de guerra, hubo años después  en 1956 una recepción de la Embajada francesa en Montevideo con la presencia de cadetes galos en viaje de instrucción. Cuando ingresó a la colmada Sala el mercedario Capitán Aviador, el Gral.Bigot, su comandante en Europa, ordenó a los futuros oficiales  doble fila  y sable en alto para que pasara en homenaje castrense  su ex compañero de armas. Luego, un largo abrazo entre ambos que por lo efusivo sorprendió  al propio General Av. Oscar  Gestido, invitado, y  con el tiempo futuro Presidente del Uruguay en 1967, que advirtió la diferencia de grado entre los trenzados. El visitante sacó las dudas:
-“Quand les allemands et italiens nous jetaient, ils ne demandaient pas qui était le Commandant de l’escadron ni de qui le sergent” (“Cuando los alemanes e italianos nos disparaban, no preguntaban quién era el comandante  de la escuadrilla ni quién el sargento”)

CAROLINA LARA, LA PRIMERA BARONESA GERMANA NATIVA DEL URUGUAY Y DE MERCEDES.
 
Carolina y Emilio.
Pese a nuestra criolla  formación ,  muy poco dispuesta  a transigir con la adjudicación  de méritos que no deriven de virtudes y talentos propios, y por ende no mecidos  en la cuna accidental  de azules prosapias, nos hace con todo sensibles  a la pegotina  de realengos afanes aristocratizantes. La historia que conocimos – que es veraz- a su manera nos interesa por su formato casi que de  novela rosa. Una plebeya mercedaria, Carolina Lara Braga, se casó en Mercedes  con un Barón de casta, primo del Kaiser alemán Federico Guillermo Hohenzollern cuando la Primera Guerra Mundial,  también primo del supremo as  aviador de combate, el célebre “Barón Rojo” Alfred Richthofen, finalmente derribado por los franceses que presentaron armas sobre su cuerpo y humeante nave en galano homenaje póstumo al principal adversario de la trágica lid.
Carolina y Emilio  Pretorius Richthofen se casaron en Mercedes en 1870. Ella, bellísima con sus atrayentes 20 años. Él, un bohemio, también de alta casta....Fueron a residir en Alemania, aunque  el alemán salió a buscar trabajo por países  fronterizos, sin suerte. Es que no quería recibir favores de su clan. Le fue mal. Carolina sufrió el desarraigo, los problemas del idioma y de una cultura diferente. Retornó sola a Mercedes. Vino la guerra. Emilio falleció en 1918 y ella en 1920 dentro de la mayor pobreza. Su lápida  del primer cuerpo del cementerio  de Mercedes luce la inscripción “Carolina Lara, Baronesa de Richthofen” junto siempre a una rosa roja de plástico. Debajo, un poquito sesgado  hacia la izquierda  está la tumba del piloto aviador Luis Gil Méndez, figura de la penúltima referencia en esta narración. Cuando el  combatiente del aire  penetró en 1945 en la vencida Alemania hitleriana, su campamento se instaló en una mansión  que aún mostraba lujoso y ya fugado esplendor. Dialogó con el propietario alemán y allí el anciano teutón  le preguntó de dónde procedía: “-De Mercedes, Uruguay, en Sudamérica”-, contestó nuestro compatriota.-“¿Vive todavía Carolina que es de la familia de la Baronesa?”, susurró quedo y con aire nostalgioso el derrotado viejito, malherido zahorí de recientes sufrimientos  mientras se le agonizaban nefastos futuros.
¡Vaya con las casualidades, que se dan! ¿Casualidades?...
Quizás sí….quizás no.                   

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