Chim...Pum...¡Fuera!!
Al igual que mi único hijo varón Fernando Emanuel -el menor de los tres-nacimos en el primer decanato de julio en años, obvio, diferentes y distanciados por más de tres décadas.Pero crecimos juntos en ciertos lapsos de la vida.Cada cual por la presión de respectivas necesidades etáreas.
Ayer festejamos el cumpleaños común con el feliz testimonio acompañante de los cariños de la amistad o de las consanguineidades .
El fuego es el símbolo del festejo centralizado en la torta dulcinea, más admirable y sorprendente el chisporroteo para los nietitos y sobrinos que alli se reúnen en corro frente el volcán fueguino para entonar el alegre madrigal medioeval del "Qué lo Cumplas feliz, tatita!"...¡ Soplan alegrísimos la chimenea fueguina de los chispas locas!
Los niños quieren apagar el incendio lùdico, Bomberos del alborozo. Tienen toda una vida por delante y ese lujo parvulario de contener la detención del Tiempo, tan lejanas por ausentes sus reflexiones sobre el futuro. Viven sólo el presente lúdico. A mi, en tanto, me conmueve que la llama chispeante se apaguará.El wiskey del brindis, no sé si escocés o de Paysandú nomás bautizado con Coca Cola en sacilegio para quien acredite la alta graduació cultura etílica honoris causa, me rescata y estimula, ya medio mamau, viejas filosofías y refexiones,sin embargo, supongo, no muy absurdas.
Si se apaga el fuego...se apaga todo....y yo, con la hipoteca por cancelarse en el pago de las décadas existenciales y vitales que me ha concedido un destino aun sin final por escuálido que se muestra, querría que prosiguiera con el dadivoso beneficio de una prórroga concedida por el Santísimo. Es que deseo ver a los nietitos, ya no niños, sino jóvenes o en la pre madurez....Curiosidades, no más,pero tan compulsivas al sentir recio y leve de mis vivencias. Para que mi Vida haya cubierto así una totalidad, deseada y sentida . Después, si...chim...pum....¡fuera!
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