-Antonio Machado motivante.-
Recordaba en mi memoria sin itinerarios a Antonio Machado, poeta, y a su “Castilla pordiosera, ayer dominadora y ahora, en harapos, reniega lo que ignora”.
De repente se bifurcó el camino del peripatético que soy –paseante a pie que va pensando- y vi entonces el añejo cartel sobre mi mano diestra.
Intentaba el adefesio indicar algún exploratorio destino .Es como en la vida… que después de todo la vitalidad se bifurca,y siempre vencida en el tiempo, envejece.
Me acerqué.
La intemperie había deteriorado las letras y del sendere hube de seguir los difusos trillos del raleado sendero.¡ Mejor!. Es que lo desconocido ha sido en general factor de promisorios descubrimientos que despejan y alientan dudas e incertidumbres.
Y además recalco:
-“Caminante no hay caminos.Se hace camino al andar”.
Marchar…volar…navegar…sin retrovisiones que poco debe importar el pasado pisado y sí lo por venir.
En el umbrío sombráculo del montecidto de anacahuitas silvestres, la vi.
¡Cuán enigmática aquella bella Durmiente del bosque! Ni Perrault podría agregarle ni la más mínima cosmética. A ella me aproximé cauteloso.
-¡Hola!
No respondió tal estuviese en modo sordina.
-¡Holaa!
Se desesperezó lentamente .En seguida, algo más. Sus párpados se abrieron dejando apreciar dos luceros, fugitivos de la prisión carcelar de sus negras pestañas.
-¿Quién eres? Me interrogó con voz queda.
-Yo soy el que no soy, respondí. Desde ya no soy, sino apenas lo que seré…
-¡Ah! Y allí la dejé.
Retorné sobre mis pasos. Pero vaya con mi creciente confusión que en el raído cartel se mostraba una clara indicación que antes no pude leer y ahora sí.
Se leía:
-“Aléjate de todo y prepárate”.
Mmmmm…proseguí la marcha. Confuso.
Cuando volteé la mirada hacia atrás, allí estaban, recientes, cinco estelas marinas, misteriosas en aquel camino terrestre de trasiegos hipnóticos entre realidad e imaginismos...
***
Apunte literario.
De repente se bifurcó el camino del peripatético que soy –paseante a pie que va pensando- y vi entonces el añejo cartel sobre mi mano diestra.
Intentaba el adefesio indicar algún exploratorio destino .Es como en la vida… que después de todo la vitalidad se bifurca,y siempre vencida en el tiempo, envejece.
Me acerqué.
La intemperie había deteriorado las letras y del sendere hube de seguir los difusos trillos del raleado sendero.¡ Mejor!. Es que lo desconocido ha sido en general factor de promisorios descubrimientos que despejan y alientan dudas e incertidumbres.
Y además recalco:
-“Caminante no hay caminos.Se hace camino al andar”.
Marchar…volar…navegar…sin retrovisiones que poco debe importar el pasado pisado y sí lo por venir.
En el umbrío sombráculo del montecidto de anacahuitas silvestres, la vi.
¡Cuán enigmática aquella bella Durmiente del bosque! Ni Perrault podría agregarle ni la más mínima cosmética. A ella me aproximé cauteloso.
-¡Hola!
No respondió tal estuviese en modo sordina.
-¡Holaa!
Se desesperezó lentamente .En seguida, algo más. Sus párpados se abrieron dejando apreciar dos luceros, fugitivos de la prisión carcelar de sus negras pestañas.
-¿Quién eres? Me interrogó con voz queda.
-Yo soy el que no soy, respondí. Desde ya no soy, sino apenas lo que seré…
-¡Ah! Y allí la dejé.
Retorné sobre mis pasos. Pero vaya con mi creciente confusión que en el raído cartel se mostraba una clara indicación que antes no pude leer y ahora sí.
Se leía:
-“Aléjate de todo y prepárate”.
Mmmmm…proseguí la marcha. Confuso.
Cuando volteé la mirada hacia atrás, allí estaban, recientes, cinco estelas marinas, misteriosas en aquel camino terrestre de trasiegos hipnóticos entre realidad e imaginismos...
***
Apunte literario.
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