martes, 14 de junio de 2022

-Creí en el viento fiel-

Creí en el arremolinado viento…

que tremola tiesas las banderas…

En la paciencia de olas a barlovento

y en la fertilidad de las pródigas praderas.


¿Y por qué no en aquellos besos rojos?

tan cálidos como la lava de un volcán,

fugitivos del rítmico parpadeo de sus ojos

que huyen legañosos del pobre carcamán.


Creí en la destreza del viejo, veterano timonel,

desafiando el ímpetu de las oceánicas tormentas.

En el riesgo venenoso de la sierpe del cascabel

y en esa luz nocturnal que emanan las osamentas.


Por qué, sí creyente ¿me transformé en agnóstico?

cuando ricamente pizpireta la vi coqueta en la ciudad

y en el breve escepticismo del muy plañidero pronóstico

se borró, primero, antigua vanidad…luego, la felicidad...


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La felicidad es un estado. Su impermanencia cíclica lo domina.

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