-El fracaso a redimir-
De nuevo… idéntico y reprimente resultado
que los dorados brindis siguen eterno su curso
sin humedecer jamás al sediento valle desecado,
copia asaz y repitente de nepótico Concurso.
Corean lauros finales los brillantinos Tribunales
con vítores triunfales solo para quienes no cantan prístinos enojos.
Áureas, bellas y amarillas, sean las derrotadas espigas de los trigales,
llorarán secas sus desazones, lágrimas morenas de muy tristes ojos.
Cabalgas el raudo corcel ¿jinete capital de la envidia?
o acaso eres el crónico y patógeno daltónico del matiz ocre,
pobre perdedor sintomático: no es virtud la estulticia
sin terapia moral que abate en rendición, padecer mediocre.
Sé valiente y masoquista, recreando tus añorados destinos
y siembra sementeras con fértiles bacterias no oficialescas
en tus sanos vientres nutricios de veros méritos cuasi divinos.
¡ Y quemen los santos benditos, con fuegos controlados, alimañas y yescas!
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