GUERRA DE TROYA EN LOS HEMICICLOS DE SORIANO.
Lo contó Homero antes
de Jesucristo, cual si fuese fantasía. Pero es una verdad que se repite.
Si hay un territorio rico y compartido entre muchos , algún sector querrá apoderarse, sea cual sea la excusa
aunque todo, en definitiva, sea egoísta lucha de hegemonías, incluso entre los
aparentemente iguales en el recitado tradicional.
En la guerra de Troya, importaba el dominio comercial del Mar
Egeo, sucursal del Mediterráneo y sus riquezas , y los estrechos marinos que llevaban
a otros mares interiores de Eurasia.
Por eso combatieron tirios y troyanos, gente de la misma
raza y cultura. Adoraban los mismos dioses, costumbres y creencias. Como la de
robarse las mujeres entre si y, si eran tan hermosas como Helena, mejor.
Claro que un poeta como Homero, todavía ciego para ver mejor las profundidades del
alma humana, jamás haría una saga con
motivaciones tan frías como las comerciales o políticas. Muy lelo sería el leif
motiv. Había que fundar el relato nunca en esa explicación mercantil, pero sí desde el adorno lírico del mito y de la imaginería desbordante.
La guerra llevó a los helenos de Micenas y sus aliados hacia Troya, o sea afiladas y armadas proas buscando la amurallada Ilión, la trágica Ilíada…
La guerra llevó a los helenos de Micenas y sus aliados hacia Troya, o sea afiladas y armadas proas buscando la amurallada Ilión, la trágica Ilíada…
Una épica necesita héroes. Los griegos tenían al semidios
Aquiles Bruno. Solo se le podía vencer o matar si se le hería en el talón que el resto corporal era
inmortal por celestial sentencia de Zeus. Los troyanos contaban con el asaz valiente y meramente humano Héctor Andrés,
domador de caballos en su ingeniería agronómica.
Cada facción poseía sus olímpicos
dioses protectores .Era mayúsculo el apoyo logístico de los griegos. Y como en todo drama de la Antigüedad, ya estaba escrito de antemano su resolución, aunque
interesen de cualquier manera los
vaivenes de la dilucidación de los bélicos sucesos. Ganarían
sí o sí, por el momento, los
blancos helénicos . Sus 903 combatientes
tenían la bendición divina con todo el peso del Poder oficial desde los cielos
del Supremo. Los troyanos, al principio 22, pese a su famoso primigenio Noveno
Regimiento, se fueron quedando sin nada, cooptados por los griegos . ¡ Hasta
perdieron a sus mujeres en las primeras de cambio que se fueron a tiendas griegas!
El troyano Héctor Andrés quería investigar las tropelías asignadas por la perversidad de la Diosa Discordia a los griegos.
El troyano Héctor Andrés quería investigar las tropelías asignadas por la perversidad de la Diosa Discordia a los griegos.
El semidios Aquiles
Bruno – el de los pies ligeros- no lo
permitiría.¡Jamás!
Y como los despliegues castrenses se prolongaban demasiado en
el tiempo y la guerra acarreaba a todos funestos males, se decidió un duelo personal que decidiría el
cierre de las incertidumbres y del propio combate. ¡Pobre Héctor Andrés! Iba a
perder, aunque se valorara su rectitud de recio combatiente en lucha contra un
Inmortal. Igual salió a la lid. Aquiles Bruno tenía todo a favor.Tanto más que
algunos potenciales aliados de un Frente Amplio anti griego y pro troyanos, en vez de sumarse a la lucha a
favor de Hector Andrés,dispararon con la cola entre las patas.¡Solo hacían
ofrendas desde la tribuna de las arengas , pero no sacrificaban ningún lote!
Lo cierto es que Aquiles Bruno mató a Héctor Andrés!
No para siempre…pues luego, en el correr de los tiempos, se
supo que un amigo de Héctor Andrés, Eneas Gustavo, que había escapado de la
masacre final, refundó una nueva casta a
orillas del río Negro, no del Tíber esta vez, la que se transformó en un gran
Imperio y domesticó a los mirmidiones de Aquiles Bruno, también fenecido cuando
le pegaron en el talón, su blanco vulnerable. En tanto el Frente había dejado
de serlo y su amplitud había caducado.
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