domingo, 2 de febrero de 2020

Los Desvaríos de un ciclo metamorfoseado que concluye, el de Mujica.

Toda su vida -la del ex Presidente Mujica, penúltimo del Uruguay  y antes subversivo- ha sido una inversión de los valores. Su ejercicio le dio dolores y finalmente gloria, alabanzas y liderazgos .Pero extremó  sus enfoques en desvaríos, aunque  con llamativa  impunidad en las respuestas por los afectados, quizás  temerosos  del Poder. Muchas veces sus juicios  fueron descalificantes y se asumieron hasta  con halagos multitudinarios por ciertas cofradías, tan  bendecidas ellas por su régimen. Calificó de "nabos", de "haraganes", etc., a compatriotas, entre otros dicterios de calibres análogos. Hasta se le festejaba.¿ A qué atribuirle el exito que en su momento gozó Mujica? Mi hipótesis:  Por el lado del personaje,  una inteligencia emocional muy superior al estándar de los uruguayos, coincidente que una declinación de la educación  nacional. En consecuencia, la hegemonía del mujiquismo  es indirectamente proporcional a la calidad de la formación  del ciudadano  tipo en estos tiempos revulsivos de cambios en la "tierra líquida" según diagnostica Zygmunt Bauman.  A mayor decadencia del sistema enseñante y educacional, mayor auge del adoctrinamiento  que generó Mujica desde sus  sagaces capacidades. Claro, también su gobierno fue un desgobierno que todo lo que emprendió ¡terminó mal! Fundido. Evaporado.
El último corporativo que fue alcanzado -en esta semana- por su dúctil y penetrante órgano de emisión bucal,  fue el médico. Y saltó un chisperío más o menos de aprestamiento quirúrgico por los sanadores. Suave en el estilo.Contundente en el concepto. 
Me da la sensación que con los dichos del ex Presidente -el más importante captador de voluntades que ha tenido el pais en los últimos tiempos- se está gestando y produciendo un hecho sociológico relevante.Ya la realidad real -la que fue metamorfoseada por un relato infiel de narrativas seudamente heroicas y populares- entra en el túnel del derrumbe.La tosuda verdad se tonifica y sale de su adormecimiento adictivo de la andanada de mensajes falsos, sostenida por tantos cómplices: comienza a imponer su verso auténtico. El impostor quema los últimos cartuchos, insuficientes para sostener la Cívica Comedia, ya con la pólvora muy mojada.Pretende hacer blanco en su exánime estertor en un colectivo muy poderoso en la cultura nacional, forjada en las glorias de "M'hijo el dotor", poderosísimo frente a tantos curanderismos. Y es un tropiezo de senectud irreversible en la que cae el famoso personaje.El fin está cerca.

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