jueves, 5 de febrero de 2009

Mis Nostalgias desde los Tiempos de Obdulio y Dogomar.

Obdulio en Maracaná levanta a Alcides Gigghia,autor del gol de la victoria frente al locatario Brasil. ¡Uruguay, Campeón del Mundo por cuarta vez! -->
Dogomar Martínez , el Dogo de todos, orienta con apoyo estatal una Acaemia para jóvenes del INAU y menores en general como forma de orientar energías con disciplina y coraje frente a la atracción malsana de tantas acechanzas actuales.-->





Mi antigua infancia, que ya se me torna lejana cuando miro mi cédula de identidad -cronografía espesa del tiempo que transcurre pero que anoto aún jovial en mis recuerdos- creció con la placentera saga, real y fantasiosa, de Maracaná. Mito bueno por didáctico, como todo mito, si no se lo amplifica demasiado que toda exageración es mala. Nos enseñó que en la pequeñez, unidos, podíamos estar de grandezas, exhibiendo victorias.
Obdulio recogió el guante artiguista , que los “de afuera son de palo” dijo, cuando muchísimo antes el eterno Jefe proclamado en la Quinta de la Paraguaya había educado en no esperar mucho de los ajenos que el equilibrio radica desde la senda del “nosotros mismos”. Idénticos los sentidos del fraseo magno, diferencial los términos paremiológicos y, similares, por máximas en sus respectivos planos, las contiendas del paisaje que enmarcaron sendas declaraciones desde la sabiduría de sus inolvidables protagonistas.
Las décadas del 50 y del 60 en el Uruguay, y especialmente por sus circuitos vitales en Mercedes, eran efluvios de gozos y de sombras. Los gozos eran alimentos hedónicos.Las sombras estaban agazapadas detrás de las cuchillas.
Dogomar Martínez, a puro punch y jab, era la pujanza oriental en el mundo del boxeo. Perdiendo en Buenos Aires, frente al nobiliario pugilato del extraordinario Archie Moore, eludió con guapeza el nocaut, consigna del rival imperial.
Los niños de la época no se bautizaban Diego, hoy por influencia argentina, sino Dogomar.
Felix Romero cantaba el tango “Viejo Rincón “ en certamen nacional y recibía la distinción premial de acompañar a Nina Miranda como cancionista varón del gran Donato Racciatti junto a Víctor Ruiz.
El Vasco Ruben Etchebarne ganaba en el país y en América. Impresionante fue la trayectoria del más completo ciclista de todos los tiempos en una nación que tuvo al campeón sudamericano coterráneo Leonel Rooca y al plateado olímpico Milton Winnants por sus flancos temporales del antes y del después de sus laurelinas temporadas de pistard y de rutero con las dos celestes,la del Atenas mercedario y la nacional.
La ciudad se colmaba de gimnasios cerrados pareciendo la Esparta criolla.Al lado el río Negro donaba triunfantes remeros, motonautas, pescadores deportivos y nadadores a la Copoteca atlética del departamento. El básquetbol de Soriano por primera vez era Campeón Nacional con los Juveniles en Pando 62. ¡Qué caravana aquella! en la recepción de los adolescentes, iniciada en la ex Estación del Ferrocarril de AFE.
Roberto Matosas, Ruben Angel Cabrera y Pablo Forlán ,orgullos del Peñarol capitalino cubrían arcas de cracks con tesoros áulicos de rango mundial. Se preparaban Ildo Maneiro, Juan Masnik , Juan Carlos Blanco y el Vasquito Ostolaza para reiterarlos en preseas desde el Nacional de los Céspedes, ya en los setenta.
Washington Lockhart, mercedario de adopción, transformaba ignorancias en sagaces hipótesis investigativas en ciencias sociales y literatura, mientas volaban sutiles los pinceles mágicos de Fernando Cabezudo, vindicando la vieja historia plástica de la urbe con la innovadora galería de los iniciadores Carlos Federico Saez y Pedro Blanes Viale desde principios del siglo XX.
José María Martino Rodas era un animador mecenas, promotor y prosélito del arte de Santa Cecilia desde el “Parami” de la rambla costanera.
Eduardo Víctor Haedo alcanzaba gloria máxima de político e intelectual excepcional y la presidencia del Consejo Nacional de Gobierno tomando juramento en la propia cuna natal, bajo la relevancia testimonial del presidente argentino Dr.Arturo Frondizzi, marzo de 1961.
Luego las sombras. Asomaron con el inoportuno chasquido de mortíferas metralletas, infamias carcelares, pobrezas, e imposibilidades de salir de ellas con recuperados intentos democráticos. Pero no hay caso. La mediocridad se ensaña. Mis nostalgias crecen. Pero confío.

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